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6 principios que reducen el miedo a evangelizar

miedo a evangelizar: dos hombres jovenes sentados en troncos al lado de un lago hablando al atardecer

Me senté a regañadientes en la parada. Justo había perdido el autobús, y el siguiente tardaría en llegar.

—¡Por cinco minutos! —dijo una señora que acababa de llegar.

Pero lo dijo con una sonrisa que le iluminó la cara. Su amabilidad me recordó que a lo mejor Dios nos quería ahí juntas por alguna razón. Quizá no era el momento de perderme en el móvil, sino un momento para estar presente.

A pesar de mi timidez, la señora me lo puso fácil porque era todo lo contrario. Disfruté escuchando su historia y puntos de vista, y también compartiendo unas pinceladas sobre Jesús y por qué confío en Él como Salvador, como respuesta a mi vida y a lo que anda mal en el mundo.

Hace unas semanas, no sé si la conversación se hubiera desarrollado de la misma manera. Me sobran anécdotas sobre mis batallas, fracasos y miedo a evangelizar. Pero tenía reciente el Manual del discipulado de Gregory Ogden y la lección que habíamos repasado en grupo justo dos días atrás. También habíamos orado por oportunidades para compartir el amor de Dios. ¡Qué regalo!

¿De dónde surge el miedo a evangelizar? Si somos empáticos, nos inquieta percibir incomodidad en la otra persona. Quizá nos cueste sacar un tema «tabú»; en España decimos que en la mesa no se habla de política, ni de fútbol ni de religión. Podemos recordar humillaciones que hayamos sufrido. Puede que temamos una confrontación, la pérdida de una amistad, o las preguntas difíciles o comprometedoras. A lo mejor tenemos miedo de meter la pata, fallar nuestra «única oportunidad» y alejar a la persona de Cristo por comunicarnos mal.

Pero compartir no solo es una necesidad vital para personas que mueren sin Cristo; es el cometido y mandamiento de Jesús. Resulta primordial afrontar nuestros miedos y ser más libres a la hora de dar testimonio.

Estos son los seis principios de Ogden que me ayudaron:

1. No nos centremos en nosotros. ¡Centrémonos en Dios!

«Si estamos demasiado preocupados de lo que la gente piensa de nosotros, entonces estaremos atados de pies y manos», escribe Ogden. Pone el ejemplo de Juan el Bautista, que con una total ausencia de orgullo solo se preocupaba de apuntar a Jesús (Juan 1:35-37). Con un humilde enfoque en Dios, nuestros miedos se reducen.

2. Nuestro testimonio solo es una influencia más.

Hay tantos procesos, pasos y personas en el camino hacia Jesús, y Dios es soberano. ¡No descansa todo sobre nosotros!

Piensa en la conversión como un camino de uno a cien:

«Podemos llegar a la vida de una persona cuando está al principio de ese camino, en medio, o casi al final, pero es muy probable que nosotros solo seamos cinco de esos cien puntos del camino».

Cuando tenemos ansiedad al evangelizar, suele ser porque pensamos que tenemos que llevar a la persona del uno al cien. Ni siquiera el apóstol Pablo se sometió a semejante presión, reconociendo que unos plantan, otros riegan, pero solo Dios da el crecimiento (1 Cor. 3:6-7). Pidamos ser un paso más en el camino.

3. Hagamos preguntas agudas, ¡y escuchemos!

Imitemos a Jesús, el maestro de las preguntas. Necesitamos rascar la superficie para encontrar la sed espiritual.

Es cierto que en nuestra cultura suele ser chocante hacer grandes preguntas existenciales que no vienen a cuento. Sin embargo, cuando nos involucramos en la vida de los demás, sirviéndoles en amor y escuchándolos, «estaremos empezando a entrar debajo de la superficie y llegaremos a las cuestiones espirituales. Y entonces nuestro mensaje de esperanza será relevante para esas necesidades que la gente nos ha expresado».

4. Retemos a la gente a que investigue sobre Jesús.

Ten claro el objetivo de la conversación: Jesús no es un alto en el camino de la vida, es el destino. «Con el tiempo, cualquier búsqueda espiritual genuina debe llevar a investigar la persona de Jesús», recuerda Ogden.

5. Compartamos el gozo.

Igual que Andrés no pudo ocultar su gozo tras encontrar a Jesús, y tuvo que contárselo a su hermano Pedro (Juan 1:40-41), recordemos que «el testimonio bien vivido contagia gozo». ¡Disfruta de tu relación con Dios y compártela!

6. Encontrarán su máximo potencial.

Desde su primer encuentro con Jesús, Pedro descubrió cómo veía Jesús su corazón; encontró su potencial a través del nombre que le asignó el Maestro (Juan 1:42). «Lo mejor de nosotros está en Jesús», señala Ogden, y eso es lo que ofrecemos al evangelizar. Conocer a Jesús es lo mejor que le puede pasar a todo el mundo.

¿Cuál es tu experiencia con el miedo a evangelizar? Espero que estos seis puntos resumidos te sean de ánimo. Si te interesan los libros de discipulado que he mencionado, los dejo a continuación para que puedas echar un vistazo.

Además, esta misma semana desde la librería, Raquel ha recomendado cinco libros de apologética que no te puedes perder.


Discipulado que transforma: El modelo de de Jesús (Gregory J. Ogden)

Manual del discipulado: Creciendo y ayudando (Gregory J. Ogden)

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