«Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón.» Salmos 19:8a
Jesús perdona el pecado de la mujer sorprendida en adulterio y la despide en paz, pero con una condición: “Vete y no peques más” (Juan 8:11). No es arrepentimiento y nuevamente arrepentimiento, sino arrepentimiento y frutos de arrepentimiento. Arrepentimiento implica cambio de vida, significa no volver a las mismas prácticas de pecado.
Cristo nos perdona, pero tenemos que andar el camino estrecho de la nueva vida y abandonar el camino largo del pecado. No se engañe: el pecado parece dulce al paladar, pero es amargo en el estómago. El pecado parece atractivo y apetitoso, pero su fin es la esclavitud y la muerte. El pecado es un fraude, y el diablo, un estafador. Él disfraza la mentira y muestra el pecado como algo apetitoso, pero detrás de ese cebo se esconde el anzuelo de la muerte. El pecado promete placer y paga con tormento; promete libertad y esclaviza; promete vida y mata. El placer es momentáneo, pero su tormento no tiene pausa. El pecado es una farsa, pues termina en la soledad y después conduce a la condenación eterna. El pecado es el mayor de todos los males. Es peor que la soledad, el dolor, la pobreza y la muerte. Todos estos males, aunque sean crueles, no pueden apartarlo a usted de Dios, pero el pecado lo aparta de Dios ahora y eternamente.
No huya de Dios por causa del pecado; huya del pecado hacia Dios. ¡En Él hay perdón, salvación y paz!
Devocional del libro “Gotas de Consuelo para el Alma” escrito por Hernandes Dias Lopes. Publicado con permiso de Clie.es