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Ceder el control de nuestras vidas | X. Memba

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«Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados.» Proverbios 16:3

Mark Twain, el creador de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, dijo: “Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día en que descubres por qué.” De acuerdo a una de las confesiones de fe históricas del protestantismo, el fin principal de todo ser humano es glorificar a Dios y disfrutar de su presencia para siempre.

Cuando a la luz de la Biblia “descubrimos” el propósito de nuestra existencia, entonces la vida adquiere verdadero sentido. Hasta que no llega ese momento, pueden haber mil o ninguna causa que para nosotros justifique y de sentido al por qué estamos aquí y qué es lo que estamos llamados a hacer. Pero, desde un punto de vista bíblico, la respuesta a estos grandes interrogantes de la vida sólo se encuentra en Dios; en conocerle y responder a su llamado, confiando por entero nuestra existencia en sus manos.

Como criaturas no hemos sido diseñados para estar en control, sino para ceder el control de nuestras vidas a Dios. No fuimos creados para vivir de forma autónoma, al margen o en contra de la voluntad de nuestro creador; sino en alegre dependencia. De manera que nuestras acciones, nuestras obras -como dice el proverbio- reflejen una vida de compromiso y de entrega total a Dios. Esto no es algo que la Biblia nos presente como opcional. De hecho, la primera parte del proverbio es un imperativo “encomienda al Señor tus obras.” Es lo que se espera de nosotros. Pero, siempre que Dios instruye con una orden también da una promesa: “y tus pensamientos serán afirmados.”

A finales de los 60 se hizo popular My Way, una canción originalmente escrita por Paul Anka, de la que se hicieron un gran número de versiones por diferentes artistas de la época y posteriores como Elvis Presley, Nina Simone o Frank Sinatra. Me atrevería a decir que es uno de los himnos más emblemáticos del espíritu independiente del hombre y de la mujer de nuestros tiempos. Al llegar al final de nuestros días, queremos mirar hacia atrás y, al hacer balance, a pesar de los errores y las equivocaciones, tener la tranquilidad de haberlo hecho lo mejor que pudimos. Y si tuviéramos la ocasión de volver atrás, lo volveríamos a hacer igual… porque el fin al cabo vivimos a nuestra manera.

Pero el mensaje de la Biblia no nos permite encontrar refugio en las palabras de esta canción que, después del Yesterday de los Beatles, está catalogada como la segunda canción de la que se han hecho más versiones a lo largo de la historia. Pues no es a “nuestra manera” que Dios espera que vivamos, sino de acuerdo a la suya. Y cuando esto es así, entonces, de la manera que vivimos se parece mucho a la manera en que Jesús murió cuando dijo aquello de “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”

«Que en nosotros no haya un espíritu independiente, Señor, sino de dependencia en ti. De manera que nuestras obras y nuestros planes no sean de acuerdo a nuestra voluntad, sino a la tuya.”

Reflexión enviada por Xavier Memba, Pastor Església Ciutat Nova CN22@ Barcelona

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