Los sistemas educativos pueden hacernos creer que la educación se limita simplemente a un momento concreto de nuestra vida. Si tenemos un título en la mano ya estamos preparados y podemos «dejar de aprender». Sin embargo, la invitación es muy diferente para aquellos que seguimos a Jesús. La renuncia, pereza o desorden a seguir aprendiendo solo nos puede llevar una vida de estancamiento, sequedad y falta de gozo. El Señor nos llama a una constante renovación de nuestra mente (Romanos 12:2), a proseguir hacia la meta (Filipenses 3:12), a ser «transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor» (2 Corintios 3:18).
Quiero sugerirte tres ideas que te pueden ayudar a nunca dejar de aprender:
Idea #1: Mantén un corazón dispuesto.
Una de las amenazas más peligrosas del aprendizaje es el orgullo. Cuando yo declaro, consciente o inconscientemente que «ya lo sé», dejo de aprender. Mantener el corazón humilde y dispuesto nos abre las ventanas a aventuras que quizás no habríamos podido imaginar, además fortalece y dinamiza nuestra comunión con otros. La disposición nos lleva a la iniciativa, a la curiosidad, a hacer preguntas, a abrirnos a un mundo más amplio y rico, a crecer.
Idea #2: No dejes de maravillarte.
En este sentido, los niños son nuestros grandes maestros. Fíjate en un niño pequeño, camina lentamente paso a paso, se para, baja la cabeza, coge una piedrecita del suelo, la observa, la toca, se la pone en el bolsillo con el rostro radiante. Pídele al Señor que abra tus ojos y que te ayude a ver tanto lo visible como lo invisible. Rebaja la marcha y nunca dejes de observar a tu alrededor. Toma tiempo para fijarte en los pequeños detalles. Disfruta de todo lo que Dios nos ha dado, de su creación en particular.
Idea #3: Aprende de los fracasos.
Las caídas provocan en nosotros culpa y vergüenza. Sin embargo, párate a pensar: somos seres imperfectos y, por lo tanto, ¡son inevitables! Jesús ya proveyó de la mejor solución muriendo en la cruz por todo ello. Pelear por no caer es realmente una pérdida de tiempo. Sin embargo, caer, volverse a levantar, y aprender de la caída nos lleva a la madurez y a ser más como Jesús.
¿Qué crees que bloquea tu aprendizaje? ¿Cuál va a ser tu próximo paso para aprender y crecer? Aférrate a la promesa que ¡el que comenzó tan buena obra en vosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús! (Filipenses 1:6). ¡Adelante!
— Devocional de Edith Vilamajó Sanchis, decana académica y profesora de la Escuela Evangélica de Teología de la FIEIDE (EET). Ha publicado con Andamio Editorial: Formar para transformar: propuesta para renovar el ministerio de enseñanza en la iglesia. Vive en Oxford, con su marido, Peter, y su hijo, Alex.