Sin ninguna duda, es el “encuentro” con Jesús más raro de lo que jamás hubiéramos imaginado. José de Arimatea fue la persona que sostuvo en sus brazos el cuerpo del Señor sin vida. El único momento en el que la conversación era imposible de una manera natural. El momento imposible de racionalizar o incluso creer.
José fue el único que hizo lo que tenía que hacer, el que se arriesgó cuando todos huyeron, el que dio la cara cuando la vida no valía nada. No sólo se identificó con el crucificado, sino que fue capaz de ir hasta el gobernador para ir a pedirle su cuerpo. Aguantó las burlas y los desprecios de sus amigos por creer en un Salvador aparentemente muerto y dio lo mejor que tenía para sepultar el cuerpo de quién amaba.
Me imagino a Dios mostrando al universo entero la valentía y el amor derrochado por un hombre que simplemente cumplió su voluntad. Un hombre que honró al Mesías aún después de que fuera maldito en la cruz.
En situaciones extremas, cuando estamos haciendo lo correcto, puede llegar a darnos la impresión de que Dios no nos habla. Parece como si estuviera ausente, y sin embargo es cuando más satisfecho se encuentra con cada uno de nosotros; justamente por eso, porque hacemos lo que hay que hacer: lo bueno, lo correcto, lo que merece la pena. Supongo que José sintió el dolor, el desánimo y la frustración cuando bajó el cuerpo del Señor de la cruz y lo llevó para enterrarlo.
Quizás no comprendía nada de lo que estaba haciendo, pero siguió adelante, porque sabía que estaba honrando a su Maestro, aunque la situación fuera absolutamente ilógica: estaba colocando en una tumba al Autor de la vida.
Aunque no hayamos llegado a una situación tan radical, tenemos que reconocer que a veces no comprendemos lo que está sucediendo y pensamos que lo mejor es abandonarlo todo y ¡ya está! La vida no merece la pena… pero entonces, esa fuerza que el Espíritu de Dios pone en nosotros nos dice que tenemos que seguir adelante y ¡lo hacemos! Y Dios nos sonríe, aunque no podamos verlo físicamente.
Y como José nos puede parecer que vivir de una manera diferente y haciendo lo correcto no tiene mucho futuro… Hasta que recordamos que es viernes por la noche, ¡pero el domingo está en camino! Y aunque ahora estemos “enterrando” algo de una manera definitiva para casi todos ¡No es cierto! ¡El Domingo está llegando!
Nuestro Creador es el Dios de la resurrección.
Devocional de Jaime Fernández, escritor de libros como Treinta Pasos Hacia la Amistad y colaborador en los nuevos Evangelios de Juan que estamos ofreciendo como material de evangelismo.