«La integridad de los rectos les allanará el camino; pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.» Proverbios 11:13
La integridad es como un farol en la oscuridad. Las nubes oscuras de las pruebas se juntan sobre la cabeza del íntegro. Muchas veces en la jornada de la vida, el justo es acorralado en un callejón sin salida, y su reputación es colocada a prueba.Eso fue lo que sucedió con el profeta Daniel en el Imperio medo-persa. Conspiraron contra él.
Hicieron una red para sus pies. El hombre de Dios acabó lanzado para la cueva de los leones, el sistema de pena de muerte más cruel de aquel reino. Sin embargo, aun siendo considerado culpable por sus malhechores, Daniel tenía la conciencia limpia delante de Dios y de los hombres. Fue la luz que iluminó su camino y el escudo protector que lo libró de las manos de sus verdugos y de los dientes afilados de los leones. Aquellos que pérfidamente tramaron el mal contra Daniel vieron que ese mal les cayó en sus propias cabezas. Daniel fue retirado de la cueva de los leones, al mismo tiempo en que sus verdugos fueron lanzados a las fieras e irremediablemente destruidos. Los traidores cavan un abismo para sus propios pies. Traman el mal contra los demás, pero ese mal cae sobre sus propias cabezas.
El camino del perverso es como una oscuridad, pero el camino del justo es como la luz de la aurora que va brillando más y más hasta que es un día perfecto.
Devocional del libro “Gotas de Sabiduría para el Alma” escrito por Hernandes Dias Lopes. Publicado con permiso de Clie.es
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