Josué fue uno de los espías de Israel que avistó la tierra prometida y confió que Dios la entregaría en sus manos. Dentro de aquella vasta multitud que salió de Egipto, solo Josué y Caleb entraron en la tierra prometida. Josué fue el sucesor de Moisés y fue él quien tuvo el privilegio de introducir al pueblo en la tierra prometida.
Aquella tierra era habitada por pueblos paganos, que adoraban a muchos dioses. Esos dioses eran una amenaza para Israel. En este momento, Josué dijo al pueblo: “… escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres… o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (v. 15).
No es el entorno el que te hace a ti; tú puedes influir en tu entorno.
Josué tomó la decisión de servir a Dios con su familia en un reducto politeísta. Tu también puedes servir a Dios aunque en la escuela seas el único alumno cristiano; aunque en tu empresa seas la única persona que cree en Dios. No necesitas conformarte al entorno que existe a tu alrededor; ¡puedes transformarlo!
John Locke estaba equivocado cuando dijo que el hombre es producto de su medio ambiente. El pueblo de Dios es la sal de la tierra y la luz del mundo. ¡En lugar de ser influenciado, influencia!
Devocional del libro “Gotas de Consuelo para el Alma” escrito por Hernandes Dias Lopes.
Publicado con permiso de Clie.es.