Seguimos con la serie de artículos sobre «preevangelismo» que comparte Jaime Fernández Garrido:
Para seguir hablando de preevangelismo no podemos olvidar…
1. El ejemplo del Señor Jesús.
No podía ser de otra manera. Todo lo que hacemos tiene que comenzar y terminar en la persona del Mesías. Él es el Evangelista por excelencia, el Enviado de Dios, la Palabra revelada del Dios Omnipotente, el Hijo único del Altísimo. No hace falta que expliquemos que todo lo que el Señor hizo fue cien por cien evangelístico: su vida entera fue proclamar el reino de Dios, con sus palabras y sus acciones; pero el proceso y la manera de aplicar las enseñanzas comenzó a veces en situaciones que (en el día de hoy) no hubiésemos definido como «evangelísticas».
Tenemos ejemplos claros:
– Algunas de sus enseñanzas en parábolas, como la del “Mayordomo infiel” (Lucas 16) o el “Juez injusto” (Lucas 18) ¿Quién de nosotros sacaría buenos ejemplos de malos comportamientos? Sólo el Maestro por excelencia pudo hacerlo.
– La aceptación de ciertas “invitaciones”. No hay que olvidar que el Señor fue señalado como “comilón y bebedor de vino”. Puede que en algunas de esas comidas las explicaciones del evangelio del reino no fueran demasiado profundas, pero lo que Él siempre quiso fue llegar al corazón de las personas. A veces una comida de por medio puede llevarnos a conversaciones que en otro momento -sin ese tipo de intimidad- no serían posibles. A propósito, nos asombraría conocer cuántas posibilidades podemos llegar a tener de compartir el evangelio si sólo hiciésemos el pequeño esfuerzo de invitar a nuestros amigos a comer en nuestra casa.
– Algunas conversaciones consideradas completamente fuera de contexto, no sólo por las personas a las que se acercaba, sino por la manera en qué lo hacía. Como por ejemplo, el hecho de conversar públicamente con una mujer (muy mal visto en aquella época), tocar a un leproso (prohibido por la ley de Moisés), o tener niños cerca cuando enseñaba. Todos esos “detalles” decían mucho sobre su predicación. No todos podían oírle, pero todos podían ver y comprobar lo que hacía y las barreras que derribaba. ¿Evangelismo? ¿Preevangelismo?. Podemos llamarlo como queramos con tal de que nos demos cuenta que casi siempre, antes de lanzar la semilla a un terreno, tenemos que abonarlo.
– La sabiduría Divina para sacar aplicaciones espirituales en cualquier situación y en cualquier momento. Su utilización de las «cosas de cada día» para revelar enseñanzas sobre el reino de Dios. Su manera de contar historias del día a día, y de referirse a las cosas más sencillas quizás sería acusada en el día de hoy de no ser una “verdadera predicación del evangelio” (Cf. Lucas 5:1-11;15: 1 y ss. Etc.). Si alguien fue un verdadero contador de historias, ese fue el Mesías.
– Las preguntas que hacía a la gente antes de explicar el evangelio del reino; solamente para establecer correctamente la situación espiritual de quien le estaba escuchando. (Marcos 5:30 y ss.; 10:18 y ss. Lucas 6: 9 y ss. etc.). Muchas veces nosotros decimos cosas que las personas no son capaces, no pueden o no quieren entender. Él sabía siempre qué decir a cada uno y cómo llegar al corazón de las personas.
– Su manera de establecer contacto con la gente… Habría que ver lo que hubiéramos hecho nosotros al estar en su lugar. Quizás nos hubiésemos presentado siempre: “Soy el Mesías, el Hijo de Dios, puedo darte vida eterna…” y no sé cuántas cosas más. Él siempre entabló conversaciones, no quiso pasar por encima de los que estaban escuchando. Siempre tuvo el tacto y la sensibilidad para acercarse, no para arrasar. «Dame de beber» ¿Recuerdas esa petición? Jesús intenta abrir la puerta al evangelismo, pero no siempre esa puerta es aceptada por el hombre o la mujer con quién habla. Algunas personas no quisieron conversar más. Se quedaron en lo material. Se quedaron en el paso previo al evangelismo, porque no quisieron escuchar la verdad del Señor. ¿Cómo le llamaríamos a ese paso previo? El Señor vivió anunciando el glorioso mensaje no sólo verbalmente, sino también en su modo de actuar. No es extraño en absoluto, puesto que la Biblia nos dice que Él es la Palabra Encarnada.
¿Recordamos algunos de esos “signos externos” de un mensaje inigualable?
- La dignificación de mujeres y niños, sus conversaciones con ellos a pesar de que eran considerados “inútiles” por la sociedad de aquel momento.
- Su posición por encima de la ley. Varias veces la “rompió” a propósito para acercar a la gente a Dios. Incluso declaró que “Alguien mayor que el templo” (Alguien mayor que todo) estaba con ellos.
- Su compromiso público con pobres y necesitados. No le importó el favor de los grandes, ni lo buscó. Se preocupó de los que no tenían nada.
- La asistencia a fiestas religiosas y compromisos en el templo.
- La proclamación del reino de Dios con milagros. Jamás debemos olvidar que no todos los sanados o alimentados fueron convertidos. Y eso no le preocupó en absoluto.
- La proclamación del mensaje «fuera» del ámbito religioso de su tiempo, y de los grupos sectarios. Realmente todas sus enseñanzas tuvieron lugar en comidas, en la naturaleza, en la playa, en las conversaciones personales…
- Su humillación y desprendimiento de todo tipo de posesión material.
- Su amor y sensibilidad en el trato con la gente.
Puede que algunos no estén de acuerdo con lo que voy a decir, pero creo que si no hubiese quedado perfectamente plasmado su mensaje, el sólo hecho de estudiar su manera de comportarse con todos los que estaban a su alrededor, nos habría llevado a la conclusión que estamos delante de un ser completamente sobrenatural. Nadie pudo ni podrá vivir ni comportarse de la manera en la que El lo hizo. Era Dios mismo hecho hombre, se “veía a la legua”.
Las personas que vivieron con Él se asombraron de tal manera, que supieron era enviado de Dios (¡el mismo Hijo de Dios!) por su comportamiento, antes que por sus palabras. ¡Ese es el objetivo número uno de la evangelización, y por supuesto de lo que podríamos definir como preevangelismo: el hecho de que todos estén DESEANDO escuchar el mensaje!
Hasta aquí el tercer artículo sobre preevangelismo. Publicaremos el siguiente la próxima semana.
Y tú, ¿Qué piensas del preevangelismo? ¿Estás de acuerdo con lo que has leído? Nos gustaría saber tu opinión.