Cada vez es más complicado seguir la actualidad. En cuestión de días e incluso de horas, las noticias que han sido titulares en todos los medios pasan al olvido de forma fulminante. El año pasado, una de estas noticias fue la polémica por el traslado de una conocida empresa española a los Países Bajos. Os suena, ¿verdad? En medio del debate, especialmente político, hubo una frase que sonó de forma repetida: «la falta de seguridad jurídica». Unos decían que en España no existe esa seguridad y otros que sí.
Sin entrar en quién tiene la razón, quiero detenerme en algo en lo que todos están de acuerdo, la importancia de que en nuestro país exista esa seguridad jurídica. En esto hay consenso. ¿Y qué significa tener seguridad jurídica? Simplificándolo mucho sería algo así como la garantía de que la legislación actual va a continuar en el presente y en el futuro. Podrán cambiar las normas, pero no van a cambiar los principios y derechos intrínsecos en esa legislación.
Esta continuidad legislativa ofrece seguridad y confianza a todos los que están sometidos a esas leyes, no sólo en el plano económico sino en todos los ámbitos sociales. En ese marco de estabilidad, por ejemplo, las empresas se animarán a invertir y los emprendedores se embarcarán en proyectos confiando en que no van a cambiar las leyes y condiciones de forma arbitraria.
¿Dios ofrece garantías?
Y creo que esto es algo que podemos aplicar también en el plano espiritual. Jesús dijo «el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35). La Palabra de Dios nos da garantías de «seguridad jurídica», de que no se van a cambiar las reglas del juego a mitad de la partida. ¿Os imagináis levantarnos cada mañana pendientes de las noticias para ver si Dios ha publicado algún cambio en el BOE sobre las condiciones para la salvación?
En 2ª Pedro 1:19-21 el apóstol dice que «tenemos la palabra profética más segura», y es segura porque esos profetas no se la inventaron, sino que fueron inspirados por el Espíritu Santo. El apóstol Pablo, en 2ª Timoteo 3:16, extiende esa inspiración divina a toda la Escritura.
Por lo tanto, la Biblia nos ofrece «seguridad jurídica» porque es la Palabra de Dios. Y ese Dios, como dice Deuteronomio 7:9, es «fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones».
Este Dios de Deuteronomio es el mismo Dios que ha hecho un nuevo pacto con nosotros, un pacto basado en la obra de Cristo en la cruz. Hemos sido justificados por su gracia, y las condiciones jurídicas de nuestra salvación no van a cambiar. Todo lo que está escrito en la Biblia referente a este nuevo pacto sigue vigente y seguirá así por siempre.
Con esta «seguridad jurídica» podemos embarcarnos en el proyecto de la salvación con garantías y confianza, invirtiendo nuestra vida en servir a Dios y obedecer su Palabra.
— Devocional de Miguel Ángel Gómez, autor de la serie juvenil «El diario de Álex», además de cinco novelas de intriga y suspense.