Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. (1 Ti. 4:16)
1. Ten cuidado de ti mismo.
Este texto pone de relieve una cuestión importante, el cuidado de nostros mismos. Algunos cristianos por diferentes razones tienen dificultades para aceptar de forma madura y edificante esta exhortación del apostol. Pero el texto no deja lugar a dudas, todo cristiano y especialmente aquellos que tienen más responsabilidad, deben tener un claro cuidado de ellos mismos.
Cuidar de uno mismo va desde:
- El área fisica: ejercitarse, comer bien, descansar, dormir lo necesario.
- El área de lo emocional: un nivel de aceptación propio adecuado, un buen conocimiento de uno mismo, los puntos fuertes y los débiles.
- El área de las relaciones, de lo social: Buenas relaciones en la familia, buen testimonio, una presencia digna, integridad en el desempeño de nuestra vocación y profesión, una buena administración de nuestros recursos y posesiones.
- El área de lo espiritual: rica vida devocional, oración constante, lectura y meditación de la Palabra, ejercicio adecuado y diligente de los dones y ministerios. El impacto de nuestra vida tiene que ver con el nivel de cuidado que tenemos de nosotros mismos.
2. Ten cuidado de la doctrina.
Si el cuidado de uno mismo es decisivo, no lo es menos nuestra relación con la Palabra, con la enseñanza, con el mensaje bíblico. Tener un conocimiento cada vez más amplio, más profundo de Dios, de su plan redentor en el nivel personal, en su nivel nivel comunitario: Israel, la Iglesia, el Pueblo de Dios, de las doctrinas o enseñanzas fundamentales sobre la salvación, la vida cristiana. Debemos crecer espiritualmente a través de nuestra comprensión de las Escrituras. Nuestra relación con la Palabra, debe convertirse en una prioridad fundamental. La fidelidad a la revelación es la clave.
3. Persiste en ello.
Además de cuidar esas dos grandes áreas, la personal y la de la Palabra, el texto nos invita a ser perseverantes. Persistir día a día, mes a mes, año tras año, década tras década. En la vida cristiana en el presente no podemos vivir de rentas. No podemos bajar la guardia, debemos estar atentos y alertas en estas dos grandes áreas. Hay mucho en juego.
Tiene consecuencias.
Tener cuidado de nosotros, de la Palabra y hacerlo de forma constante tiene consecuencias muy hermosas y decisivas: nuestra salvación y la de los que nos rodean. El impacto espiritual en nuestra propia vida y en la de los demás es proporcional a responder afirmativamente y con convicción a estas tres exhortaciones. No es una cuestión de obras, ni de méritos sino de fidelidad, confianza y amor al Señor.
Oración: Señor ayúdame a cuidar de mi, a ser fiel a la Palabra y a hacerlo de forma perseverante.
Autor: Francisco Mira, Director de Publicaciones Andamio y el Secretario General de GBU. Francisco recomienda el libro «El Hombre y Su Lugar», de Paul Tournier.
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