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Tres lecciones del Salmo 23: el descanso (1)

cordero iluminado por sol en prado verde para blog sobre el Salmo 23

Uno cree saber todo del salmo 23 hasta que algo ocurre en nuestras vidas, sea una enfermedad, una dificultad o un cambio. Eso me pasó a mí. Hace unos años me encontré con un libro publicado en 1975, el año que nací. Oculto en los estantes de la biblioteca de mi tío, llamó mi atención porque se refería a uno de mis salmos preferidos. Abrí las páginas de ¡El bien me seguirá! de Bill Popejoy y de pronto me encontré meditando en tres frases que me remontaron forzosamente a lo que faltaba en mi vida: descanso, introspección y renovación.

Hoy meditaremos sobre la primera, el descanso: «En lugares de delicados pastos me hará descansar» (Salmo 23:2). ¿Me acompañas?

En lugares de delicados pastos me hará descansar.

El autor, Bill Popejoy, enfatiza la palabra «hará». ¿Quién se detiene a echarse una siesta cuando los pastos son verdes? Los pastizales abundantes nos invitan a jugar, correr y comer, ¡comer mucho! ¿No es verdad que nuestras prioridades salen a relucir cuando entramos a un restaurante que ofrece un buffet y comemos más de lo debido?

Nuestra vida espiritual quizá se asemeja a las ovejas que llegan a los verdes prados. ¿Cómo detenernos cuando hay tanto por hacer? Personas con quiénes conversar, alumnos a los que guiar, padres a quienes acompañar, libros que escribir, batallas por ganar. Solo se vive una vez, ¿cierto?

Y aunque escuchamos la voz que nos susurra: «Descansa. Quiero hablar contigo», la hacemos a un lado y nos ahogamos en nuestra lista de pendientes. Pero como nos recuerda Popejoy, no miraremos hacia arriba hasta que nos encontremos tumbados. ¿Será que a veces la enfermedad, los cambios de residencia y los problemas son el modo de Dios para decirnos: «Quédense quietos»?

¿Te acuerdas de los años de pandemia? Cuando todo se cerró: escuelas, aeropuertos, centros laborales, Dios nos «hizo descansar». No quedó más remedio. No había reuniones a las que asistir, ni contratos que terminar, ni personas para visitar. Solo estaban las cuatro paredes de nuestra casa y los habitantes del núcleo familiar. Y así, solo así, descansamos.

No esperemos a otra pandemia para descansar. Hoy, en medio de los verdes pastos que nos ofrecen actividad y satisfacción, oigamos la invitación del Pastor a descansar.

(Continúa aquí: La introspección – 2)

Devocional escrito por Keila Ochoa Harris, autora de más de veinte libros. Conecta con ella en Instagram.


Para seguir indagando: ¿Conoces estos recursos sobre el libro de los Salmos?

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