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«Preparad el camino del Señor»: Caminos llanos

Preparad el camino del Señor: un camino embarrado se extiende en medio de campos otoñales hacia un cielo azul despejado con pocas nubes

Durante este último fin de semana, en la zona donde vivo (y en casi toda España) ha llovido de manera intensa, tanto que hemos estado de alerta por tormentas y lluvias torrenciales.

Imagínate que, en una de esas tardes en las que vuelve a hacer bueno, sales a pasear al campo. Es una tarde agradable, con un sol brillante que te calienta discretamente.

Como ha llovido tantos días, una vez que abandonas la carretera de asfalto, el camino está bastante embarrado y hay que ir con cuidado, eligiendo por dónde vas a poner el pie. En un momento dado, parece que es imposible seguir caminando. Casi no se distingue la vereda, es todo un barrizal, pero, de repente, llegas a un camino más ancho, mucho más transitado: el camino es mucho más regular, completamente liso, aplastado, compactado.

Estamos hablando de caminos naturales, con su historia, no hechos con máquinas. ¿Cuál es el factor que ha hecho que ese camino sea mejor? Que ha sido mucho más pisoteado, mucho más transitado… Y es que cada camino tiene su historia.

La historia del camino de un rey

En la antigüedad, los reyes tenían mensajeros que iban por delante, inspeccionando las condiciones de los caminos, asegurando que las veredas eran seguras y los caminos estaban en condiciones.

Cuando Juan el Bautista inicia su ministerio, él dice ser uno de estos mensajeros que, por una parte, anuncia la llegada del Rey, y por otro, solicita a todos sus oyentes que arreglen los caminos, que los allanen para que el Rey pase por ahí adecuadamente.

Fíjate en lo que dice:

Se oye una voz; 
alguien clama en el desierto: 
“¡Preparad el camino del Señor;
 abrid sendas rectas para él!
 ¡Que se nivelen los barrancos 
y se allanen las colinas y las lomas! 
¡Que se enderecen los caminos sinuosos
 y los ásperos se nivelen,
 para que todo el mundo contemple
 la salvación que Dios envía!” (Lucas 3:4-6)

Caminos preparados para que el Rey pase: han sido compactados, rellenados, apretados para que su superficie permita el paso adecuado del Rey, para que todo el mundo contemple la Salvación que Dios envía.

¿Cuál es la historia de tu camino?

Nosotros somos esos caminos, y como hemos dicho, cada camino tiene su historia.

A veces nos sentimos como si una apisonadora emocional pasase por encima nuestra. Quizá hayas recibido trato áspero, injusto, de parte de otros; quizá te has sentido pisoteado, maltratado…

O a lo mejor percibas que tu vida está llena de fango, de barro, de pecados… Nuestro orgullo y nuestra arrogancia siempre están estorbando nuestra cercanía con Dios.

Piensa que quizá Dios te está ayudando a allanar tu vida: a dejar a un lado el orgullo, las ambiciones personales, la arrogancia, para dejarle el primer lugar a Dios. A identificar qué cosas de tu forma de vivir no permiten una relación fluida con el Señor. A quitar esas piedras que dificultan un camino llano, a drenar aquellos charcos que no deberían estar ahí.

El objetivo final es que Jesús está presente en nuestra vida. Si estás pasando por alguna de estas situaciones, deja que Él te consuele, y piensa que lo que Él está haciendo con tu carácter, pensamientos y experiencias es para hacer posible que tu vida sea accesible para Él y que a través de tu vida “toda carne”, muchas otras personas, puedan ver la salvación de Dios.

Recuerda que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida. Pero para ser ese camino transitable, accesible, perfecto, Él se humilló a sí mismo hasta lo más bajo. Ese camino fue compactado a través de los sufrimientos para llegar a ser un camino de Vida para todo aquel que cree en Él. Él nos dejó su ejemplo para que sigamos sus pisadas.

Preparad el camino del Señor = accesibilidad

Un último ejemplo: la accesibilidad es un concepto muy actual. Se trata de facilitar que un servicio, público o privado, sea accesible; es decir, que todo el mundo pueda llegar a utilizarlo.

Dios está trabajando nuestra accesibilidad: accesibilidad para Dios en mi vida y en la tuya, y accesibilidad de otros para poder llegar a conocer al Señor a través nuestra.

Te animo a pensar en lo que Dios está haciendo en tu vida y a agradecerle este trabajo de mejora y transformación que Él está haciendo en tu camino. ¡Somos su obra!

— Devocional de Andrés Stunt. Es enfermero en Atención Primaria en Madrid, está casado desde hace 25 años y es padre de dos hijos.

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