«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres» Colosenses 3:23
Vivimos en la sociedad de las apariencias. Todo se hace de puertas hacia fuera. Las redes sociales se han convertido en un patio de vecinos en el que se exponen las intimidades sin ningún pudor y donde el “qué dirán” se ha convertido en el motor de muchas de nuestras acciones. En la carrera por caer bien, por tener una buena imagen delante de los demás, podemos estar dispuestos a sacrificar valores y principios, perder autenticidad e integridad, para ganar un reconocimiento que puede satisfacernos en un primer momento, pero que nunca conseguirá llenar el vacío de lo que hemos ido dejando atrás por el camino.
Esto mismo puede ocurrirnos también en la iglesia. Llegar a vivir preocupados por lo que los demás piensen de nosotros, condicionar nuestra forma de actuar por caer bien, dar una buena imagen, incluso parecer “más espiritual” ganando así una buena reputación de “cristiano piadoso” entre los hermanos. Estemos atentos para no fomentar en las iglesias esta carrera por ver quién es el “más santo” convirtiendo así el servicio en un escaparate de nuestras “virtudes” y “logros”. La exhortación que nos hace la Biblia está muy lejos de esa forma de actuar, pues en ella se nos exhorta a hacer todo con sinceridad, de corazón y verdaderamente convencidos, sabiendo que tendremos que rendir cuentas ante el Señor, no ante los hombres.
Este versículo de Colosenses es un reto a ser auténticos en todas las áreas de nuestra vida, sin excepciones y sin dejar lugar para hipocresías ni falsificaciones. El Señor quiere autenticidad, que nuestro discurso se corresponda con nuestra forma de actuar, que digamos lo mismo cuando los micros estén encendidos que cuando estén apagados, que nuestra vida sea un reflejo de lo que hay en nuestro corazón. Todo lo demás es una farsa, una forma de actuar engañando a los que nos rodean y, especialmente, a nosotros mismos. A Dios no podemos engañarle. Él siempre está “escuchando”, conoce las intenciones de nuestro corazón y somos responsables ante Él. Llegará un día en el que recibiremos la recompensa por nuestro servicio y, de lo que haya en nuestro corazón, dependerá que la recompensa sea el reconocimiento efímero de los hombres o la herencia eterna de Dios.
Tema de oración: Que el Señor nos ayude a ser auténticos y sinceros en todo lo que hagamos.
Miguel Ángel Gómez es autor de libros como La Trilogía de la Conspiración. También escribe en Me Gustan los Libros.
- Miguel Ángel recomienda el libro «La Oración» de Philip Yancey