Cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no.
— Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens), 1835-1910.
Con esta frase tan original, el famoso autor norteamericano Mark Twain describía con mucha gracia la intensidad y presunta falta de objetividad que caracteriza a la juventud.
A lo largo de su vida, este escritor de Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn fue crítico de las costumbres y los problemas de su tiempo. Por ejemplo, cambió en su propio pensamiento y enfoques en temas como la esclavitud o el imperialismo.
Pero aquí Twain es crítico, sobre todo, hacia sí mismo. Lo que pone en duda es su propia capacidad de entender el mundo que le rodea y lo que sucede, y dice de sí mismo: «era capaz de recordar… hubiera sucedido o no».
Y yo me pregunto, esta falta de objetividad ¿caracteriza solo a la juventud?
La realidad bíblica: engañoso es el corazón
La Biblia habla de este tema en diferentes lugares y afirma algo similar y aún más amplio que alcanza a todas las edades:
«Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» (Jeremías 17:9)
Esta falta de objetividad es un mal endémico del ser humano. Todos estamos afectados por este mal. Y en el centro de esa falta de objetividad, hay un tema crucial: nuestro distanciamiento de Dios y nuestro pecado. Cada ser humano tendemos, por nuestra naturaleza caída, rota, alejada a de Dios, a perder la objetividad de este asunto, a restarle importancia.
¿Cómo crecer en objetividad?
Con la llegada de Jesús, la luz verdadera que alumbra a todo ser humano, y con la fe en Él, los creyentes hemos sido perdonados por su muerte en la cruz. Su luz nos ha alcanzado. La obra del Espíritu Santo, que Él ha dado a sus hijos, a los que hemos creído en Él, alumbra nuestra vida y nuestros pasos. Nos enseña, aplicando en nuestro corazón las verdades objetivas de quiénes somos y cómo somos.
Pero, hasta que Jesús vuelva y seamos completamente transformados, nuestra naturaleza caída lucha en nuestro interior constantemente contra la verdad de Dios. La posibilidad del autoengaño —un enfoque inadecuado de nosotros mismos y de lo que nos rodea— sigue presente en la medida que no nos dejemos guiar y alumbrar por el Señor.
En Efesios 1:18, Pablo ora por los creyentes para que los ojos de su entendimiento (es decir, su capacidad para percibir las realidades de Dios) sean abiertos. De esta forma podrán saber la esperanza futura a la que estamos sujetos, las riquezas de la herencia que Dios nos ha preparado y la grandeza del poder de Dios que obra en nosotros.
Solo por la acción del Espíritu Santo en nuestra vida, y si nosotros estamos dispuestos, Dios nos mantiene con los ojos abiertos. Así podemos percibir, entender y tener presentes las realidades de Él, de su gracia y de todo lo que va a hacer en el futuro.
Retos para nosotros
- Reconocer que nos equivocamos.
- Aprender a cambiar nuestro pensamiento a la luz del Señor.
- No ser radicales en muchos aspectos, aprender a ver la realidad del día a día.
En el día a día, en lo cotidiano, es clave leer su Palabra. Pasemos tiempo en la presencia de Dios para ser convencidos y transformados, anclados en las realidades de Dios y a salvo del autoengaño.
— Devocional de Andrés Stunt. Es enfermero en Atención Primaria en Madrid, está casado desde hace 25 años y es padre de dos hijos.