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Las heridas del alma

La cantante Lucrecia grabó en su álbum “Pronósticos” una canción que dura solo diecisiete segundos. La letra de la melodía dice: “Que los vientos soplen fuertes, pero que alguien me quiera”. Una sola frase que define la clave de la vida: amar y ser amado, sean cuales sean las circunstancias.

El saberse amado va mucho más allá que un simple sentimiento, tiene que ver con la base de nuestra vida; en cierta manera define nuestro significado como personas, porque no depende de lo que tenemos o hacemos sino que simplemente nos sentimos amados tal como somos. El amor es la respuesta a la mayoría de las heridas del alma, sobre todo aquellas ocasionadas por los recuerdos que nos angustian. Cuando alguien nos ama, somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos, y dejamos de pensar en nuestras equivocaciones pasadas.

Hace muchos años se hizo famosa la carta que un soldado alemán envió a su familia cuando estaba combatiendo en la Primera Guerra Mundial. Una de las frases que les dice es: “¿De qué sirve escapar a todos los ataques del enemigo y a todas las balas si es mi alma la que está herida?”.

Las heridas del alma son las más difíciles de curar. Cuando nuestro dolor es inexplicable, la sensación de tristeza se instala en nuestro corazón hasta darnos la impresión de que no somos capaces de seguir adelante. El dolor del alma nos va destruyendo poco a poco, casi sin darnos cuenta.

A veces esas heridas tienen que ver con cómo nos han tratado cuando éramos niños: el daño que otros nos han hecho permanece dentro de nosotros, y nada ni nadie parece tener poder para vencerlo. Quizás alguna traición, palabras crueles, el engaño o el abandono, la amargura por situaciones injustas que nadie ha querido resolver, decisiones equivocadas que hemos tomado y que no cicatrizan nunca… ¡Incluso puede ser que algunas personas sigan causándonos dolor con sus palabras y sus hechos, en este mismo momento…!

Sea cual sea la situación, no debemos seguir así. Dios puede sanar nuestro corazón roto: Él no sólo nos ama, sino que quiere que nos sintamos amados. Lo hace porque sabe lo que hay dentro de cada uno de nosotros, y quiere que nuestra amargura desaparezca: “El Señor está cerca para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza” (Salmo 34:18).

Dios es el único que nos ama tal como somos porque nos creó tal como somos. Así de simple. Esa es la razón por la que muchas personas no saben que son amados, porque le han dado la espalda a Dios, así que ¡no lo pienses más! ¡Este es el momento perfecto para volver a la casa del Padre!

— Devocional de Jaime Fernández, de su libro «Un año de película» que puedes encontrar aquí.

Resumen de este devocional en vídeo:

 

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