La dana ha golpeado con violencia a varias zonas de España, principalmente a la Comunidad Valenciana.
Nos dolemos con el dolor de las personas que han perdido a seres queridos o que los tienen aún desaparecidos, que han visto como sus casas, negocios, coches, etc., están destruidos. Ver las calles con agua, barro, coches y basura por doquier es desolador. Y deseamos que poco a poco la situación vaya mejorando.
Son muchas las lecciones que la dana nos ha dejado y de las que se podría hablar largo y tendido, pero como no puedo hablar de todas ellas, voy a concentrarme en una que representa las dos caras de la moneda. Me estoy refiriendo a las figuras de los voluntarios y de los saqueadores.
En medio del dolor y de la necesidad los voluntarios, cientos y cientos de ellos, salieron de la comodidad de sus casas, dispuestos a ayudar como fuera a las personas que estaban en sufrimiento. Allí fueron con lo que tenían en las manos: palas, cubos, escobas, etc., para apoyar y llevar consuelo a los damnificados. Su actuación fue de mucha ayuda y gracias a ellos muchas personas tuvieron esa asistencia que tanto necesitaban.
Doy gracias a los voluntarios porque ellos han sido las manos y los pies de muchos que por razones muy diversas no han podido ir donde estaba la catástrofe.
Por otro lado, también estaban los saqueadores. Aprovechando la indefensión de las personas y que las casas, tiendas y locales estaban solos y desprotegidos, entraban y saqueaban y robaban, añadiendo más dolor al mucho dolor de los damnificados. Es algo terrible, es una acción totalmente recriminable. Hay un mandamiento que dice «no robarás». ¿Les gustaría que se lo hicieran a ellos, o a sus seres queridos, madre, hermanos o hermanas? ¿Entonces por qué lo hacen con los demás? Esto es tristísimo y sumamente doloroso.
El ser humano es libre pero responsable. Esto quiere decir que puede optar por hacer una cosa u otra, pero de ello tendrá que dar respuesta.
La Biblia nos dice:
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. (Romanos 14:12)
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. (2ª Corintios 5:10)
Ambos, el voluntario y el saqueador, han sido libres de elegir lo que hacer y cuando los dos lleguen a su casa por la noche, uno cansado de ayudar y otro cansado de saquear, el Señor Jesús estará allí como el único capaz de satisfacer sus necesidades más profundas, invitándose a cenar con ellos y diciéndoles desde la cruz con los brazos abiertos:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. (Juan 14:6)
¿Qué le dirá cada uno?
— Devocional de Mercedes Gasanz Saboya, una cristiana agradecida a Dios por lo mucho que le ha dado en la vida. Es médico y disfruta relacionando la medicina con las verdades de la Biblia.