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No tengo tiempo para leer: 7 soluciones

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De todas las piedras en el camino hacia la lectura, la más grande suele ser la falta de tiempo: «No tengo tiempo para leer».

Estas siete soluciones que proponemos vienen de cristianos adultos ocupados, con vidas reales y complicadas. Parten desde distintos hábitos de lectura —desde los que han redescubierto el placer de la lectura hace poco hasta los que, mayormente por trabajo, leen más de 80 libros al año.

1. Desarrolla tu porqué.

Esto no tiene que ser un ejercicio enrevesado, pero tu motivación de fondo es esencial.

Puede que se centre en:

Piensa en la pregunta clave: ¿por qué quieres mejorar tus hábitos de lectura?

Si consigues transformar la opción de la lectura en una necesidad, te resultará más natural dedicarle tiempo. Como dice la autora mexicana Ana Ávila: «Tengo tiempo para hacer las cosas que debería estar haciendo».
Nos pueden animar algunos textos bíblicos:

En tanto que llego, dedícate a la lectura pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los hermanos… Sé diligente en estos asuntos; entrégate de lleno a ellos, de modo que todos puedan ver que estás progresando (1 Timoteo 4:13, 15, NVI).

El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos (Proverbios 13:4).

¿Se te ocurre alguno más?

2. Anota los libros que termines.

Cada vez que termines un libro, escríbelo en una nota en el móvil, en un documento o en un cuaderno. Este sencillo ejercicio fomenta el arranque. La ciencia nos dice que el simple hecho de anotar nuestras actividades o hábitos nos ayuda a cambiar.

A veces pasamos más tiempo viendo vídeos y leyendo artículos sobre la lectura y sus sistemas que leyendo en sí.

Toda la información sobre la lectura es estupenda y necesaria, pero cuando no tenemos tiempo de leer, lo que más necesitamos es tirarnos a la piscina. Una vez que desarrolles el gusto y adquieras tu ritmo de lectura, podrás mejorar el sistema.

El sistema de la lista simple tiene varios beneficios:

3. Rinde cuentas.

Si necesitas más impulso externo, la solución ideal podría ser un club de lectura, pero si no tienes tiempo, también hay otras soluciones para rendir cuentas de manera sostenible:

4. Comprométete con un mínimo diario.

Rafael Zúñiga, arquitecto, estudiante y padre de familia, quisiera leer más de lo que le permite su carga diaria de responsabilidades, pero recomienda tener un mínimo diario inamovible, aunque sean diez minutos, para no perder el hábito.

También ha conseguido un ritmo más constante con un método personal de tipo «divide y vencerás»:

Por ejemplo, si el libro que quiero leer tiene 200 páginas, lo divido entre 10 páginas, lo cual me da un total de 20. Es decir, en 20 días puedo terminar un libro de 200 páginas si leo 10 páginas diarias. Uno puede variar el número de páginas que quiere leer por día, pero hacer esto me ayudó durante un año a leer alrededor de 20 libros. Creo que es una buena manera de hacer constancia.

5. Crea patrones y rutinas.

Haz de la lectura una rutina. Consigue un patrón que requiera tan poco esfuerzo mental como lavarte los dientes.

¿Cuándo puedes incorporar la lectura? Algunas ideas:

Y las rutinas van de la mano con esto:

6. Lleva un libro encima siempre.

Piensa en tu libro como si fuera el móvil, aparato imprescindible que llevas a todas partes. ¿Tienes un rato de espera? No saques siempre el móvil —o no pulses siempre en tus redes sociales: aprovecha primero cinco o diez minutos con tu libro.

Pero puede que tengas que revisar tu apego a la tecnología:

7. Apaga las pantallas.

Para poder leer más, Loida Fernández, coordinadora nacional de Oración 24-7 España, cambió sus hábitos nocturnos: «Hace un par de años comencé a apagar el móvil a las 21:00h y dejé de ver películas o series (menos uno o dos días a la semana) para usar ese tiempo para leer».

Otra idea es aplicar el concepto del shabat, o día de reposo, a la tecnología, como enfatiza el libro Familias tecnológicamente sabias (Andy Crouch):

…sugiero un patrón sencillo y mínimo del shabat: elegimos apagar nuestros dispositivos no solo un día de la semana, sino también una hora (o más) de cada día y una semana (o más) de cada año (p. 80).

Aplicado a la lectura, la idea es disfrutar de un día a la semana libre de tecnología, rompiendo esa dependencia, y aprovechar un rato ese día para sentarte con un libro. No se trata tanto de ser súper eficiente con tu tiempo para meter más minutos de lectura, sino de permitirte perderte en un libro.


En resumen, ¿cómo vencer el obstáculo de la falta de tiempo?

  1. Desarrolla tu porqué.
  2. Anota los libros que termines.
  3. Rinde cuentas.
  4. Comprométete con un mínimo diario.
  5. Crea patrones y rutinas.
  6. Lleva un libro encima siempre.
  7. Apaga las pantallas.

¿Qué puedes cambiar hoy mismo?

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