Seguimos con la serie de artículos sobre «preevangelismo» que comparte Jaime Fernández Garrido:
Jesús es la luz del mundo, Él es la fuente de la vida. En el principio de la creación Dios hizo la luz, y la luz fue la base de todo. Hace muy pocos años que los hombres han descubierto que la luz es la fuente de toda la vida que existe en el mundo. Sigue siéndolo hoy en la creación y en todo el universo. Jesús es la Luz con mayúsculas, brilla por encima de todas las cosas. Del carácter del Señor siguen desprendiéndose rayos de felicidad sin límite.
¿Has pensado alguna vez cómo es Él?…
- Cercano
- Sensible
- Tierno
- Misericordioso
- Expresa sus sentimientos
- Ama
- Comprensivo
- Valiente
- Alegre
- Amante de los niños
- Abraza
- Emocionante
- Capacidad ilimitada para mostrar cariño
- Inmensamente feliz
- Sabio y enseñador
- Justo
- Leal
- Sabe escuchar
- Se preocupa por la gente
- Perdonador
- Imprevisible
- Amigo
- Decidido
- Radical
- Poderoso
- El Hijo del Hombre
¿Qué es lo que más admiras del Señor? Recuerda que no podemos amar a quién no admiramos.
El Señor Jesús es único. Él mismo es la grandeza de Dios limitada en una persona amable y tierna. Cuando nos acercamos a la gente, y vivimos ayudando a los que sufren, estamos reflejando la gloria de Cristo.
Si somos transparentes al vivir nuestra vida cristiana estamos enseñando a todos cómo vivió el Señor.
Si estamos comprometidos con el sufrimiento, el dolor, la ayuda a los más necesitados y el trabajo por los que no tienen nada, estamos predicando el evangelio del reino de Dios como el Señor lo hizo. Seguimos teniendo defectos, pero conseguimos ser sal y luz.
Cuando vivimos insensibles, lejanos, ajenos al sufrimiento de los que nos rodean; protegidos por una especie de aureola espiritual que aleja de nosotros a todos aquellos que nos molestan o no nos gustan, simplemente hemos “inventado” una especie de cristianismo cómodo, aplicable a cualquier desorden ético. Estamos intentando bautizar de religiosidad dominguera todo lo que hacemos. Vivimos tan lejos del Señor que jamás llegaremos a comprenderlo. Y Él tampoco nos reconocerá a nosotros.
Pablo lo expresó mejor que nadie: “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). Una frase demasiado precisa y preciosa como para pasarla por alto.
Nuestra vida no es conocer cosas del Señor. Tampoco saber la doctrina de Cristo. Mucho menos la religiosidad vivida a cuenta del Mesías durante unos pocos momentos cada semana. NO. Nuestra vida entera es Cristo.
Cualquier otra cosa es un juego fatal.
Los primeros creyentes en Antioquia fueron llamados cristianos, casi como un insulto por parte de los que los veían. “Esos son como Cristo” parecería una frase despreciativa si no tuviésemos en cuenta que es lo mejor que se puede decir de una persona.
Es lo que el mundo necesita más urgentemente, más que ninguna otra cosa, ningún método, ninguna predicación, ninguna Iglesia, ninguna organización o denominación… Simplemente el hecho de que la gente vea algo del Señor Jesús en nuestra vida. Porque Él quiere que seamos sal y luz de este mundo.
Hasta aquí el sexto artículo sobre preevangelismo. Publicaremos el siguiente la próxima semana.
Y tú, ¿Qué piensas del preevangelismo? ¿Estás de acuerdo con lo que has leído? Nos gustaría saber tu opinión.