«Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.» 2ª Cor.4:16
La palabra desmayar significa “ser privado de fuerzas”. Que cierto es que en esta vida el creyente puede ser privado de sus fuerzas y de su ánimo. En ocasiones somos abrumados y hasta vencidos por nuestras luchas interiores, nuestros problemas familiares, laborales y aún eclesiales. Pero que cierto es también que la Palabra de Dios siempre se cumple y cuando dice “que a los que aman a Dios TODAS las cosas ayudan a bien” está incluyendo aun aquellas que aparentemente no son buenas, pues Su poder se perfecciona en nuestra debilidad. Asimismo y a medida que nos hacemos mayores, nuestras fuerzas se van debilitando y nuestra energía ya no es la misma, el “hombre exterior” tiene que ver no sólo con nuestro envejecimiento físico, sino también con nuestra carnalidad, aquella parte de nuestro ser que siempre busca la satisfacción de los sentidos y la independencia de Dios. Sin embargo a los que estamos en el Señor nos renueva la vida del “hombre interior”, donde al conectarnos con la fuente origen de todas las cosas, recibimos la fortaleza y el poder que Él nos otorga.
Al igual que una piscina necesita una depuradora para renovar el agua, nuestras vidas necesitan “la depuradora divina” que es la presencia y trabajo del Señor en nuestras vidas. Mediante esa renovación, que la Palabra nos recuerda que ha de ser diaria, somos limpiados de las impurezas de este mundo. Otro principio importante de la renovación en el plano natural es que esta se produce cuando por ejemplo en un lago se recibe agua de afluentes pero al mismo tiempo se entrega agua por otro lado. El lago se estanca cuando solo recibe aporte y no tiene posibilidad de es el principio espiritual de recibir para dar. Existimos para ser bendecidos y para bendecir.
Nuestro tema de oración para hoy es que el Señor nos haga conscientes de que por un lado debemos cuidar nuestro cuerpo pues poco a poco se va debilitando con la vejez, pero al mismo tiempo seamos conscientes de que nuestra vida interior en el espíritu es lo que realmente puede ir fortaleciéndose y creciendo con la edad. Damos gracias a Dios por la experiencia y por la esperanza. Con la primera vamos adquiriendo sabiduría y con la segunda fe en el futuro eterno con Él.
Juan Varela es director del Instituto de Formación Familiar (INFFA) y autor de «Tu matrimonio sí importa» entre otros libros.
Libro recomendado: «Dejando a un lado lo que de niño» D.A.Seamands
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