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La misericordia, una gracia que Dios nos concede – J.M. Argudo

Por 3 septiembre, 2015Reflexiones
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«Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.» Salmos 89:1

Desde el ámbito eclesial, solemos hablar con frecuencia de la misericordia de Dios. Con ello nos referimos a esa virtud que Él tiene, mediante la cual puede compadecerse de nuestras miserias y perdonar nuestros pecados. También, cuando el Señor nos concede algo, solemos expresarlo en términos de gratitud por Su misericordia.

El Salmo 89, base de nuestra reflexión de hoy, está lleno de razones y hechos por los que calificamos a Dios como un Dios lleno de misericordia. Es su distintivo; es la característica que define su actuar y su personalidad.

Así, en el v.2, relaciona la misericordia con la verdad, porque no podría existir misericordia sin reconocer lo que la motiva; la verdad de nuestra situación de miseria ante Él.

En el v. 14 se afirma por un lado que Su trono –su gobierno- está cimentado en la justicia y en el juicio (o el derecho según LBLA). Poco puede hacer el ser humano si Dios aplicara inexorable y directamente su ley sobre nosotros. Sin embargo, cuando en nuestra necesidad levantamos nuestra mirada hacia su rostro, nos topamos sorprendentemente con su misericordia y su verdad, garantes de Su favor hacia quien se humilla delante de Él y reconoce que sólo su misericordia puede salvarnos.

En el v.24, y refiriéndose a Jesucristo, Dios afirma que “mi verdad y mi misericordia estarán con él y en mi nombre será exaltado su poder…” Aún Jesús, nuestro Salvador, nos es dado en un acto de misericordia. Nos salva, en un acto de misericordia en el que Dios, viendo la necesidad humana, envía misericordiosamente al Salvador para que sea el único mediador por el cual Dios la pueda aplicar a todos los hombres que se acercan a Él.

En la cruz se hace patente su misericordia. En la resurrección, se hace patente Su poder, al levantarse de entre los muertos para aplicar Su misericordia a una humanidad sedienta y necesitada de ella. Dios es misericordioso sin límites!

La pregunta es ¿Si Dios es así de misericordioso, cuál ha de ser la conducta de cada uno de los que tenemos testimonio por el Espíritu Santo de que somos hijos de Dios? ¿Nos comportaremos con juicio, o procuraremos la misericordia? Sé que en muchas circunstancias no es fácil aplicarla. Recibimos heridas, injusticias, traiciones y un sinnúmero de golpes que la vida nos da. También los sufrió Jesús y tampoco le fue fácil tener misericordia. Pero él sabía que la misericordia, siempre triunfa sobre el juicio. (Stg.2:13b)

Pidamos al Señor un corazón cargado de misericordia. Pero no te equivoques, no es lo mismo misericordia que lástima. La misericordia siempre tiene por delante de sus ojos, lo que Dios ha hecho por uno. Eso nos permite proclamar de manera personal, cada día, su misericordia para con nosotros. Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.

Llena tu corazón de la misericordia de Dios hacia ti, para que de la abundancia del corazón, puedas dar a otros.

Devocional de Juan María Argudo, pastor de Iglesia Evangélica Cecmavi en Barcelona

Revisiones de la Biblia mencionadas: Biblia Reina Valera 1960 // Biblia de las Américas

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