Sigurd el Poderoso fue un rey vikingo del siglo IX que ha pasado a la historia militar, no por sus victorias y su conquista de Escocia, sino por tener una de las muertes más absurdas que se conocen.
Le mató un enemigo al que había cortado la cabeza poco antes.
¿No os lo creéis? Pues sí, no estamos ante ninguna fake news de la época ni ante un relato de zombis.
En el año 892 Sigurd derrotó a su enemigo, el rey celta Máel Brigte. Regresó de la batalla con la cabeza de Brigte recién cortada y atada a su silla de montar, exhibiéndola como un trofeo. Mientras cabalgaba, los dientes de la cabeza del rey celta fueron rozando la pierna de Sigurd hasta producirle una herida que se infectó y terminó provocando su muerte.
Los cristianos podemos cometer el mismo error que Sigurd el Poderoso, y confiarnos ante un enemigo al que ya sabemos derrotado. Charles Baudelaire afirmó que «el mejor truco que el diablo inventó fue convencer al mundo de que no existía». En el caso de los cristianos, sería habernos convencido de que está derrotado y ya no supone una amenaza.
¿Cómo enfrentarnos a nuestro adversario el diablo?
El general y estratega chino Sun Tzu escribió hace más de 2.500 años en su libro El arte de la guerra que para ganar todas las batallas y nunca ser derrotado hay que conocernos a nosotros mismos y conocer al enemigo. Gracias al Señor, su Palabra nos ayuda en esta doble tarea. Desvela quiénes somos, cuál es nuestra situación ante Dios y con qué fuerzas contamos en la lucha contra el enemigo. También nos muestra la realidad sobre quién es Satanás, cuál es su situación actual y cuáles son sus tácticas y armas con las que nos ataca.
Jesucristo ha derrotado a Satanás en la cruz (Hebreos 2:14). Ahora nosotros, gracias a su victoria, somos «más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37). Pero, ¡cuidado! «Nuestro adversario el diablo» ha sido derrotado, es cierto, pero todavía no ha sido destruido. «Como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8-9). El apóstol Pedro nos advierte sobre cuál debe ser nuestra actitud ante esta realidad: los cristianos debemos «ser sobrios y velad» y «resistir firmes en la fe».
Pero hay un segundo error que podemos cometer: sobreestimar a Satanás y vivir atemorizados ante lo que pueda hacernos. La Biblia también nos ofrece la solución: «someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Santiago 4:7). Nuestra forma de resistir al diablo para que huya de nosotros es someternos a Dios y vivir en santidad, echando mano de la armadura que Dios nos ha dado. Sus partes se describen en Efesios 6:10-20: la verdad, la justicia, el evangelio de la paz, la fe, la salvación, la Palabra de Dios y la oración.
Por lo tanto, ante Satanás, ni descuidarnos, ni atemorizarnos, sino tomar «toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes» (Efesios 6:13).
— Devocional de Miguel Ángel Gómez, autor de la serie juvenil «El diario de Álex» (por cierto, ¡ya está aquí la cuarta aventura!). También ha escrito cinco novelas de intriga y suspense.