Hace más de diez años con motivo de la celebración del Día de la Madre escuché una predicación que estaba basada en el texto de Lucas 1:26-38 donde el ángel Gabriel anunciaba a María que iba a ser la madre del Mesías. Gracias a mis notas puedo recordar estas “cinco cosas que cada madre cristiana debe saber” y pensar en ellas de vez en cuando.
Así que, teniendo a María como ejemplo, estos son los cinco puntos principales que se compartieron y que como madres haríamos bien en aplicar a nuestra vida:
1. El Señor está contigo.
Muchas madres se sienten solas. Los motivos pueden ser variados: a veces son madres solteras, divorciadas, viudas o los hijos ya se han ido del hogar —o son madres casadas, pero viven en soledad emocional. Sea cual sea tu situación, lo primero que tienes que saber es que, si tú estás en Cristo, ¡Él siempre estará contigo! Nunca te dejará o abandonará.
2. No temas.
A veces las madres tenemos temores totalmente irracionales. A veces las madres tenemos temor de no estar a la altura de otras madres, o nos sentimos culpables de los fracasos de nuestros hijos. Sea cual sea tu temor como madre, este texto nos recuerda que Dios nos ha concedido su gracia, su amor y por lo tanto su ayuda para vencer nuestros temores.
3. Él será grande.
Las madres queremos lo mejor para nuestros hijos, soñamos con grandes planes para ellos, pero no debemos olvidar que tienen su propia individualidad y Dios también tiene planes únicos y personales para ellos. Como alguien dijo:
“No te preocupes por los planes que tú tienes para tus hijos; los planes de Dios para ellos son mejores”.
Nuestro trabajo como madres deja de ser entonces el de querer controlar todo, haciendo la transición del control a la influencia. La grandeza de nuestros hijos no es que se sometan a nuestros planes, sino que conozcan y sigan los planes que Dios tiene para ellos.
4. Nada es imposible para Dios.
Hay madres que se sienten en situaciones imposibles. La frase “no conoces mi situación” puede haber salido de nuestros propios labios o de los de alguna amiga —situaciones “imposibles” como matrimonios que están naufragando o que ya se han roto, o el pesar de tener un hijo rebelde. Sin ánimo de darte falsas esperanzas, sí hay una verdad que el ángel le recuerda a María: “Nada es imposible para Dios”.
5. Yo soy la sierva del Señor.
Dios no espera que seas una madre “perfecta” porque no lo vas a ser, vas a tener fallos, no porque seas una mala madre sino porque eres humana. La buena noticia es que Dios no quiere que seas “perfecta”: quiere que te entregues y sometas a Él. Cuando lo hagas, sabrás que:
- Él está contigo;
- no tienes que temer porque sus planes son mejores y más grandes que los tuyos;
- le enseñarás a tu hijo en vez de intentar controlarlo;
- nada es imposible para Dios.
Y ¿sabes una cosa? El mundo necesita más madres así.
Devocional escrito por Eva L. Cañas. Colabora con la Asociación Familias XXI para el desarrollo de familias saludables y escribe en su blog personal sobre temas relacionados con la vida y la fe.