En una entrevista reciente le preguntaban al historiador cristiano Justo González algo como ¿qué te gustaría que los cristianos del siglo XXII dijeran de los cristianos del siglo XXI?
Él respondió que se les considerase haber sido fieles a Dios en medio de la época complicada en la que vivieron (está al final de la entrevista de Lucas, desde 57:10 hasta 59:38).
Con esa idea fíjate lo que Jesús pide a la iglesia de Esmirna:
No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. (Apocalipsis 2:10 LBLA)
Está hablando a una iglesia que Cristo dice que sufrió, que tuvo que lidiar con judíos que luchaban contra los cristianos a los que atacaban diciendo que no eran hijos de Abraham.
Jesús no les dice que dejarán de sufrir. No manipulemos diciéndoles a las personas que al confiar en Jesús dejarán de sufrir porque no es verdad. Jesús dice aquí no solo que sufrirán, sino que además algunos serán encarcelados.
Nosotros como cristianos occidentales apenas recibimos algún comentario fuera de lugar, pero realmente hoy hay cristianos sufriendo y muriendo en algunos países.
Es importante recordar estas cosas, porque Dios nos muestra que hay personas fieles sufriendo. Pero hay una promesa ahí para los esmirniotas: «Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de vida».
«Sé fiel hasta la muerte», dice la promesa, pero habla a personas, a una iglesia. Para que todos los de aquella iglesia fuesen fieles y recibieran su recompensa. Juntos, ¿verdad? No solo fiel cada uno en su vida personal sino como grupo de personas.
Al leer la historia cristiana encontramos un discípulo de Juan que se llamaba Policarpo que creyó lo que Juan le contó (Justo González lo menciona en el libro Cómo leer el Apocalipsis). Se dice que Policarpo incluso fue líder de la Iglesia en Esmirna. Y Policarpo de Esmirna cuando tenía 86 años se negó a rendirle culto al Cesar. ¿Y qué creéis que pasó? Pues que sufrió las consecuencias y fue quemado.
Fue fiel hasta la muerte y creyó que Cristo le tenía preparado un lugar mejor donde se le daría esa corona de vida.
Es un buen ejemplo, pero la Biblia es honesta y nos muestra ejemplos que nos enseñan cosas que no debemos hacer. Hay una persona de la que siempre hablamos bien, pero en este caso no fue fiel hasta la muerte. Y nosotros no debemos seguir sus pasos.
Salomón fue uno de ellos. Dios lo convirtió en el más sabio y el más rico de los reyes de la tierra, pero llegando al final de su vida, mirad lo que hizo Salomón:
Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A estas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. (1 Reyes 11:1-6)
Policarpo, al final de su vida, fue fiel a Dios; y sin embargo, Salomón, al final de su vida, se desvió de Dios.
Por eso es importante ser fieles a Dios en cada momento de nuestra vida.
Si eres fiel a Dios hasta la muerte tienes una recompensa exclusiva, una corona de vida, algo especial para los fieles de Dios. Esta es la misma corona que recibiremos si soportamos la tentación:
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1:12 RVR1960)
Porque Dios bendice la fidelidad de sus hijos.
Hoy estamos aquí porque Dios ha sido fiel. Y hay algo importante también: la fidelidad de Dios es algo que transmite fidelidad en tus relaciones, en tu matrimonio, en tus amistades, en tu trabajo y en la iglesia.
Dios es fiel y te enseña a ser fiel.
Dios tiene una bendición para los que son fieles, una corona de vida que contrasta con la muerte. Si vives y mueres siendo fiel al Señor, Dios te da una corona de vida que no se corrompe, que no se estropea sino que llevarás para siempre. Como Dios es fiel y no miente, podemos quedarnos tranquilos pensando en nuestro pasado, presente y futuro después de la muerte.
¿Y nosotros? ¿Somos fieles a Dios? ¿Soportamos las tentaciones?
Porque hay unas promesas para los fieles y castigo para los infieles.
Porque no debemos confundirnos: si no somos fieles a Dios y no soportamos la tentación y luchamos contra ella, no disfrutaremos de Dios igual que alguien fiel que confía en Dios. Es imposible, porque Dios valora a las personas que le aman y obedecen activamente.
Nosotros tenemos el ejemplo de Jesús, nuestro Salvador. Dios Padre nos dio el ejemplo de Jesús, que fue fiel, es fiel y siempre lo será. Él soportó la tentación y hoy nos acompaña para soportarla a través de su Espíritu.
Jesús es el fiel y verdadero como leemos en Apocalipsis 19:11:
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sigamos fieles al Señor Jesús. Todos juntos como Iglesia porque somos un cuerpo en Cristo.
Seamos fieles por los que vienen detrás de nosotros, por nuestras familias y por nuestras amistades. Y por los que puedan conocer nuestra historia el próximo siglo XXII.
Pero, sobre todo, sigamos fieles al Señor Jesús porque es lo que Dios nos pide, porque Él se lo merece, porque descendió del cielo y cargó con todos nuestros pecados y resucitó para ofrecernos una vida nueva y la esperanza de vida eterna.
— Devocional escrito por Abraham Sampedro, colaborador en Librería Abba.