Hoy el devocional que compartimos habla de la mujer samaritana. Leemos su encuentro con Jesús en Juan 4
En el mundo hay muchas más personas despreciadas de lo que creemos. La samaritana era una de ellas. Incluso hoy, al leer su historia, algunos siguen viéndola como una “cualquiera” sin darse cuenta de lo que hay detrás. A veces la vida nos trata así, nos sentimos como si no tuviéramos valor y nos da la impresión de que todo está en contra nuestra. Déjame decirte que eso no es cierto.
Cinco hombres habían despreciado a la mujer de Samaria, porque en aquel momento era solamente el marido el que tenía la facultad de separarse de su esposa: las mujeres “ni existían” para nada. Por si eso fuera poco, ahora la samaritana estaba viviendo con un hombre que ni siquiera quería casarse con ella ¡No quería ni darle su nombre delante de los demás! Todos la conocían y la señalaban. Ella intentaba sobrevivir sin encontrarse con nadie y sin que nadie se burlase de ella.
Fue a buscar agua a una hora a la que nadie va ¡Ya ha sufrido demasiados desprecios como para que sigan insultándola sin razón!
De repente ve que alguien se acerca para pedirle un favor. ¡Eso es inexplicable para ella! ¡Mucho más cuando ve que es un hombre y además judío! No puede comprenderlo y piensa en marcharse, pero hay algo en el rostro de quién le habla que le atrae ¡Por primera vez en mucho tiempo se siente tratada como una persona normal!
Jesús ¡como siempre! Llega al fondo de su corazón y le habla del agua viva. Le explica que es Dios mismo quien puede satisfacer su sed, porque Él no desprecia a nadie. Le ofrece restauración, sanidad interior, significado… pero sobre todo le devuelve su dignidad como persona ¡Lo mismo que hace con cada uno de nosotros cuando estamos con Él!
El Señor es tan radicalmente tierno en su trato, que incluso cuando le habla de sus problemas personales no lo hace para condenarla, sino para restaurarla. Y entonces ocurre algo grandioso ¡Jamás lo hubiéramos imaginado! La samaritana comienza a preguntarle al Mesías sobre lo más profundo de la relación con Dios y Jesús le responde! ¡Las más absolutas verdades sobre la esencia del carácter de Dios y la manera en la que debemos adorarle, el Señor no se lo explica a los maestros de la religión, sino a una mujer señalada por todos!
A través del evangelio, Dios nos recuerda una y otra vez, que para Él no hay personas despreciadas, ni más valiosas que otras, ¡ni mucho menos más importantes! La mujer rápidamente abandona todo lo que tiene y va en búsqueda de todo el que encuentra por delante para decirle que ha conocido al Mesías. ¡La que se escondía proclama a los cuatro vientos que es una persona nueva porque Dios mismo se encontró con ella!
El evangelio entró en la ciudad por el testimonio de una mujer a la que todos habían dejado de lado. Y el Señor sonreía al ver que muchos se acercaban a escucharle precisamente porque la samaritana no quiso callarse, olvidando para siempre su vergüenza y el desprecio de los demás.
El evangelio revolucionará el lugar en el que estás cuando dejes de sentir pena por ti mismo/a, y te des cuenta de que Jesús se acerca a ti para restaurar tu dignidad como persona. No importa quién seas ni dónde estés, Dios mismo quiere enseñarte verdades eternas.
Devocional escrito por Jaime Fernández.