«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.» Isaías 41 : 10.
Quizás estés leyendo estas palabras a través del móvil, una tablet o desde el ordenador. Desconozco cuál es la marca o las prestaciones del aparato que estás utilizando, pero te puedo asegurar que hay un elemento fijo sea lo que sea lo que tengas entre tus manos: tiene determinada una fecha para dejar de funcionar, lo que se conoce como “obsolescencia programada”. Dentro de poco tiempo dejará de ser útil porque ha sido fabricado con “fecha de caducidad”.
Este sistema que rige nuestra sociedad de consumo nos obliga, o pretende obligarnos, a estar continuamente cambiando de productos y a comprar otros nuevos aunque no los necesitemos, alimentando así el consumismo.
Pero la “obsolescencia programada” no solo la podemos encontrar en lo material, creo que también afecta a un elemento fundamental en las relaciones humanas: la palabra dada. Prometer algo ya no tiene valor, ha dejado de ser un compromiso.
El que fue alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, dijo una vez que “los programas electorales están para no cumplirlos”, algo que hemos comprobado una y otra vez en políticos y gobernantes de todos los partidos y colores. Este mal no solo afecta a los políticos, sino que se extiende a todas las áreas de la sociedad. Las palabras salen de nuestras bocas con “obsolescencia programada”, destinadas a no durar, a perder valor con el paso del tiempo.
No es así con el Señor. Él es a quien podemos seguir acudiendo con la seguridad de que sus promesas se cumplen y su Palabra no cambia, no importa el tiempo que haya pasado. Él se ha comprometido a estar siempre con nosotros, ayudarnos y sustentarnos con la diestra de su justicia. No son palabras vacías, con “obsolescencia”, programadas para diluirse con el paso del tiempo. No es un contrato precario o temporal, sino que es un compromiso para siempre, sellado con la sangre de su Hijo Jesucristo y basado en su amor eterno para con nosotros. La seguridad de que Dios cumple sus promesas nos hace vivir sin temor, sabiendo que en Él encontramos las fuerzas que necesitamos para cada situación. El Señor nos da la ayuda adecuada para cada momento, porque siempre está ahí, tal y como nos ha prometido. Estas palabras no forman parte de un programa electoral destinado a no cumplirse, sino que es una promesa que Dios ha dejado por escrito en la Biblia y se ha comprometido a cumplir desde la primera hasta la última palabra.
Tema de oración: Gracias al Señor por su fidelidad. Que nosotros también seamos cumplidores de nuestra palabra, personas en las que se pueda confiar.
Miguel Ángel Gómez es autor de libros como «El Club del Crimen». También escribe en Me Gustan los Libros.
- Miguel Ángel recomienda el libro «Simplifica», de Bill Hybels
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