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El síndrome de Avatar

Es al ver escenas como esta en la película Avatar, en este caso un paisaje selvático reproducido por IA, que algunas personas han sufrido el síndrome de Avatar.

¿Has oído hablar del «síndrome de Avatar»? Es un fenómeno que se produjo en el año 2009 cuando se estrenó la película Avatar de James Cameron. Muchas personas que vieron la película se quedaron fascinados con el mundo utópico de Pandora y entraron en un estado de angustia y depresión que se denominó «síndrome de depresión post-Avatar» (PADS, por sus siglas en inglés). Se creó una página web en la que podían expresar sus sentimientos de frustración, y el creador de la página dijo que podía entender que la gente se sintiera así porque la película era preciosa y mostraba algo que en este planeta no tenemos. Afirmaba que estaban depresivos porque habían visto que se podía vivir en un mundo completamente diferente, y eso les causó depresión.

El síndrome de Avatar se volvió a producir a finales del año pasado con el estreno de la segunda parte de la película, Avatar 2: El sentido del agua. Y era de esperar, porque han pasado más de trece años desde el estreno de la primera película y la situación de este mundo no sólo no se ha acercado a lo que se ve en Pandora, sino que está aún peor después de la pandemia, la crisis económica, la inflación, la guerra en Ucrania, etc.

Un tráiler de la vida eterna

Es curioso cómo una simple película puede sacar a la luz el vacío interior de personas que tienen hambre y sed de algo mejor. Y nuevamente encontramos en la Biblia la solución a esa insatisfacción. Jesucristo se presentó como el único que puede llenar ese vacío y satisfacer esas necesidades:

Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

— Juan 6:35

La Biblia no nos muestra la «película» de cómo será la vida eterna, pero sí el «tráiler», un adelanto de lo que nos está preparando en el cielo. Y, además, nos llega con la buena noticia de que no es ficción, no son efectos especiales. Es la promesa del Dios eterno, todopoderoso y fiel que envió a su Hijo para salvarnos.

Llegará el día en el que, creyendo en Jesús, podremos alcanzar ese mundo idílico y maravilloso que la Biblia nos muestra. Por eso el apóstol Pablo dice en 1ª Tesalonicenses 4:18 y 5:11 que podemos alentarnos y animarnos unos a otros con esta promesa que Dios nos ha hecho, porque Jesucristo volverá para llevarnos con Él y así «estaremos siempre con el Señor». Y esto no hay mundo de Pandora ni efectos especiales que lo puedan superar.

— Devocional de Miguel Ángel Gómez, autor de la serie juvenil «El diario de Álex», además de cinco novelas de intriga y suspense.

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