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La senda de la vida | J. Varela

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«Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra.» 2 Crónicas 15:7

La senda de la vida no está exenta de tropiezos, baches y piedras peligrosas. Como creyentes enfrentamos situaciones que sin la perspectiva adecuada nos pueden hacer desfallecer y perder el ánimo.

En cualquier disciplina deportiva el atleta es motivado por la recompensa de la victoria, pues cuando hay un motivo, un objetivo y un “por qué” en aquello que hacemos, nos mueve el motor de una meta clara.

Cuando era niño veíamos unos dibujos animados donde un hombre se subía encima de un burro y le espoleaba para que comenzase a caminar, pero el burro no se movía por más esfuerzos que hacía el jinete. Entonces el hombre se bajó y colocando al final de una larga caña de pesca una jugosa zanahoria, se volvió a subir encima del animal. Este, al ver la zanahoria delante de sus ojos comenzó a caminar con decisión para obtener el premio. ¿Qué fue lo que movió al burro? La recompensa.

El problema es que vivimos en una sociedad carente de ideales y metas que perseguir, por tanto carente de la fuerza y la motivación para luchar por algo. En nuestra sociedad líquida, donde no hay valores arraigados y todo se mueve a tenor de las mareas filosóficas o sociales de turno, el lema es vivir el presente lo más rápido posible pues no hay fe en el futuro.

En el versículo que hoy nos ocupa, los creyentes somos animados a esforzarnos y a no desmayar, pues siempre hay recompensa divina para nuestra obra. Nuestra “zanahoria” es cumplir la voluntad de Dios y parecernos más a Cristo en todo lo que hagamos. En nuestro trabajo, estudios, relación con nuestros semejantes, pensamientos y decisiones, debemos buscar honrar a Dios y su Palabra teniendo como máximo ejemplo, la vida de Jesús y su ética de valores.

El v.8 nos da la clave para perseverar “cuando oyó la profecía…cobró ánimo”

Por ello en la senda de la vida y ante las circunstancias difíciles a enfrentar, no vamos a dejarnos influenciar por una sociedad hedonista y sin esperanza. El ánimo y la fuerza sólo nos pueden venir de alimentarnos de la Palabra de Dios, “la zanahoria divina”.

Oremos para que como creyentes en medio de una sociedad atea, nuestras prioridades y nuestro alimento vengan sólo de la Palabra de Dios como sustento y fuente de nuestra fuerza y ánimo.

Juan Varela es director del Instituto de Formación Familiar (INFFA) y autor de “Tu matrimonio sí importa” entre otros libros.

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