Skip to main content

Los dos extremos

los dos extremos

Si obedeces al Señor tu Dios, recibirás las siguientes bendiciones: Tus ciudades y tus campos serán benditos. Tus hijos y tus cosechas serán benditos. Las crías de tus rebaños y manadas serán benditas. Tus canastas de fruta y tus paneras serán benditas. Vayas donde vayas y en todo lo que hagas, serás bendito. Deuteronomio 28:2-6

A las personas nos resulta muy sencillo caer en los extremos: o nos pensamos que Dios es una especie de genio de la lámpara dispuesto a realizar sin cuestionar cualquier cosa que nosotros “declaremos”, o nos embarcamos en un viaje victimista en el que nos agarramos al dolor y la culpa que ya nos han sido perdonados en Cristo, y rechazamos el amor, el gozo, y la paz, y defendemos que la vida cristiana es ese valle de sombra de muerte del Salmo 23 todo el tiempo.

La verdad es que lo difícil de la vida cristiana es que no podemos acomodarnos en ningún extremo: la puerta estrecha lo es porque tiene los márgenes ajustados. Debemos andar centrados.

El pecado existe, y nosotros no somos menos pecadores que cualquiera. Las desgracias existen, y puesto que vivimos en un mundo caído, las viviremos de vez en cuando, y es algo inevitable. Pero si ponemos a Dios en el centro en el que gira nuestro mundo, si le obedecemos (y recordemos que el primer mandamiento es amarle), entonces tenemos derecho a ser benditos allá donde vayamos y en todo lo que hagamos. Aunque a veces no sea el sitio donde querríamos ir, ni estemos haciendo lo que preferiríamos hacer.

¿Se puede ser bendito en la desgracia? Lo cierto es que a veces, cuando sucede la desgracia, no nos damos cuenta de que en todo lo demás (nuestros hijos, nuestro esfuerzo en el trabajo, nuestras provisiones diarias) todo sigue sin moverse de la bendición proporcionada por Dios. Y aunque nadie nos puede librar de la desgracia, no debemos olvidar que tampoco nadie nos puede arrebatar la bendición que Dios nos ha proporcionado al obedecerle y amarle sobre todas las cosas.

Autora: Noa Alarcón
Noa escribe la sección “Preferiría no hacerlo” y el blog “Amor y Contexto” en Protestante Digital.

Dejar un comentario