«En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y el profeta Isaías hijo de Amoz fue a verle y le dijo: —El Señor dice así: «Ordena tu casa, porque vas a morir, ya no vivirás».»
— 2 Reyes 20:1 (RV2020)
El rey Ezequías había recibido un importante mensaje del profeta: «Vas a morir, así que pon tus asuntos en orden». Pocas personas saben con certeza cuándo será la hora de su muerte. Normalmente la muerte nos sobreviene de manera repentina, sin aviso, y normalmente no pensamos mucho en nuestra muerte. ¿Qué ocurriría si supiéramos el día y la hora de nuestra muerte? ¿Qué cambiaríamos? ¿Estaríamos preparados para el fin de nuestros días?
Todo ser humano debería hacer el saludable ejercicio de pensar en el día de su muerte, y a la luz del mismo hacer una reflexión:
- ¿Qué cambiaría de mi vida ahora?
- ¿Qué relaciones eliminaría?
- ¿Qué relaciones retomaría?
- ¿Cómo ocuparía mi tiempo?
Estas y otras preguntas nos podrían ayudar a ver nuestra realidad a la luz de un hecho cierto.
Los estoicos practicaban este ejercicio con frecuencia, y si ellos lo usaban para asuntos terrenales, ¿no sería también interesante hacernos esta pregunta para asuntos eternos? Dios avisa a cada ser humano que va a morir, y con la muerte viene un profundo examen, un juicio detallado de nuestra vida y nuestras motivaciones, donde todos nuestros secretos saldrán a la luz.
¿Estás preparado para el examen de Dios?
Los últimos libros de la Biblia aclaran muchas cuestiones relativas a este juicio personal tras la muerte; no hay forma de superar este juicio por nosotros mismos. Nuestros pecados nos acusan, nuestra conciencia nos acusa, la ley de Dios nos acusa. Hemos desobedecido a Dios desde que hemos tenido consciencia, hemos repetido los mismos actos que nos avergüenzan, y tanto en público como en privado hemos fallado a Dios. Sólo hay una salida a este juicio y es por medio de un salvador, alguien que cargue nuestra culpa en nuestro lugar, para que nosotros podamos quedar libres del juicio de Dios, y ese Alguien es Jesús, también llamado el “Cordero de Dios” (es decir, la víctima sacrificial por nuestros pecados). En su perfecta obediencia nosotros podemos ser perdonados, y en su justicia nuestra injusticia puede ser perdonada.
¿Quieres estar preparado? Pon tu confianza en el Salvador que Dios ha enviado a la humanidad. Acepta la oportunidad que Dios te da de ser libre de su juicio y de borrar tus pecados por medio del único justo.
— Devocional de Julio Martínez Moreno-Dávila. Vive en Madrid con su esposa María del Mar y son miembros de la iglesia en Suanzes. Trabaja en el sector de la tecnología y publica habitualmente en distintos medios, como en Vidas en red y Estudios bíblicos.