Tengo que reconocer que me encanta el llamado «cine histórico». Eso de poder ver de una manera más o menos fiable los acontecimientos más importantes ocurridos en cada país en siglos pasados, me parece apasionante.
La película Las hermanas Bolena narra la historia de dos de las mujeres de Enrique VIII (Ana, protagonizada por la actriz Natalie Portman; y María, por Scarlett Johansson), su lucha por llegar a ser reinas en Inglaterra y las intrigas familiares para conseguirlo. El padre de las dos, el duque de Norfolk, les dice: «Esto puede ayudar notablemente a nuestra familia», cada vez que una de las dos hermanas seduce al rey. La historia terminó como casi todos saben: una de las dos mujeres fue ejecutada y la otra no quiso saber nada más de su familia.
Hace tiempo encontré en internet el escrito de alguien que decía que le gustaría no repetir los mismos errores que cometió con sus hijos. Algunos detalles eran verdaderamente bonitos, así que decidí añadir alguna que otra frase más para que nos pueda ayudar a todos.
Si pudiera volver a educar a mis hijos…
- Me preocuparía menos del trabajo y de mis costumbres, y mucho más de ellos.
- Pondría toda mi paciencia para escucharles, en lugar de estar pensando en lo que me faltaba por hacer.
- ¡Jamás me perdería una celebración de cumpleaños! Ni por culpa del trabajo, ni por nada del mundo.
- Saldría a pasear y jugar con ellos en muchas más ocasiones.
- Me preocuparía por tener más amigos.
- Les diría que los amo y los abrazaría, muchas más veces.
- Me reiría con ellos todo lo que pudiera.
- Jamás les reñiría por sus notas en la escuela, simplemente les ayudaría para que pudieran hacerlo todo lo mejor posible.
- Haríamos proyectos juntos para ayudar a personas que lo necesitaran.
- No me desanimaría tan a menudo.
- Les recordaría muchas más veces lo importantes que son para mí y lo buenos que son.
- No dejaría pasar un solo día sin orar con ellos y decirles lo importantes que son para Dios.
Nuestro desafío hoy no es ser padres perfectos, sino diferentes. Los hijos de hoy necesitan padres que no se comporten como todos lo hacen: que no busquen lo mejor para ellos mismos, sino que sean en primer lugar padres que les amen.
Los hijos de hoy necesitan padres que confíen en Dios y les enseñen a ellos a hacerlo, porque sólo Él puede proteger y guiar a nuestra familia:
El Señor te protege en todos tus caminos, ahora y siempre (Salmo 121:7 y 8).
Esa es la promesa del Señor para cada persona en particular… y para cada familia.
El desafío es que seamos siempre, en primer lugar, padres que amen.
— Devocional de Jaime Fernández, de su libro «Un año de película» que puedes encontrar aquí.