Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. (Juan 10.27-28)
¡Necesitamos respuestas urgentemente! Preguntas y dudas personales que nos vas surgiendo en la mente y el corazón, ante las cuales “precisamos” tener el conocimiento completo para seguir adelante.
El problema, es que si somos sinceros, en demasiadas ocasiones no queremos la respuesta a las dudas, sino que perseguimos nuestra respuesta. Esta es la realidad que surge cuando nos enfrentamos con los temas espirituales. Anhelamos respuestas que social, psicológica o moralmente nos parecen convencer, nuestras respuestas, pero no la respuesta.
La realidad, es que cuando nos paramos delante del Cristo, solamente hay una voz, una respuesta, un camino, que para nada tiene que ver con todo lo que las religiones o filosofías quieren vender. Él exclama: Mis ovejas oyen mi voz y me siguen…
Estas palabras son pronunciadas en el pórtico de Salomón (Jn 11.23). Este era un lugar de reflexión y oración, dentro del recinto del templo de Jerusalén. Allí sería fácil encontrarse a diferentes rabinos judíos con sus discípulos, enseñándoles cada uno su pensamiento, según las tendencias ideológicas de cada familia denominacional del judaísmo. En medio de este murmullo de ideas humanas, y de religiosidad humana, Cristo se diferencia, para decir que su Voz no es la voz de la religión.
La Voz de Cristo es el suave susurro del evangelio que se preocupa del pecador y sus necesidades, que le invita con ternura a aceptar su perdón. Es la Voz tierna que no condena al pecador, sino que restaura. Esa Voz que seduce con amor, no con cargas e imposiciones. Es la seducción del Salvador que experimentó Jeremías (Jer 20.7).
En los tiempos de Jesús, los religiosos buscaban respuestas que les trajesen paz en medio de sus crisis, pero no eran capaces de percibir el susurro amoroso del Pastor. Querían escuchar a Jesús, pero no estaban dispuestos a seguirle, a poner en práctica su Voz. Oír la Voz del Pastor exige seguirla, poniendo en práctica su mensaje que cambia la vida. Así mientras los religiosos se mantenían en sus debates y dudas, la Voz del Pastor traía paz, seguridad y esperanza a los que la seguían. Esta es la Voz de Cristo que llama a descansar, no a afanarse; que llama a esperar, no a angustiarse.
La paz y el descanso, son la respuesta de Dios para la vida, y estas se hayan solamente en Cristo. Él es la seguridad frente a todos los “maestros”, “tentadores”,… que prometen lo que no pueden cumplir. Sólo en Cristo está la garantía de Vida.
Oración: Gracias Señor, por tu dulce Voz, y por todas las promesas seguras que proclamas para mi vida. Ayúdame a escuchar tu Voz, y distinguirla de los engaños que se presenten durante mi vida.
Autor: Eduardo Carnero, pastor de la iglesia evangélica de Villagarcia de Arousa.
- Recomendación de lectura:
Por su percepción pastoral de la vida, algunos de los libros de Philip Yancey han abierto mi mente en muchos aspectos. Uno de ellos es Desilusión con Dios
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