Skip to main content

Israel: una sesión de wrestling

Devocional sobre israel, una sesión de Wrestling

En nuestra serie sobre los nombres de Dios mencionados en la Biblia, hemos descubierto a El Roi, el Dios que ve, un Dios de la intimidad, y a Jehová Yireh, el Dios que provee, el Dios que se ocupa de nosotros, el Dios que proveerá.

Como ya hemos visto, nombrar —o cambiar un nombre— es un acto de encuentro íntimo, un episodio o un evento que revela una realidad específica, particular.
Pero hay un nombre interesante que Dios da a alguien, y que tiene importancia incluso para nosotros.

Esta persona, cuyo nombre fue cambiado, fue un hombre espabilado, astuto, un mentiroso, un traidor, un paria y alguien que al final tuvo grandes problemas familiares, fue un mal hijo y un terrible padre y esposo. Tuvo relaciones horribles con su hermano, relaciones complicadas con su tío, demasiadas historias amorosas —con dos mujeres (sin contar a otras dos)— y, más tarde en su vida, una pasividad que costó la vida a una ciudad entera, además de una preferencia por uno de sus hijos que casi acabó con el hijo preferido. Y más.

En resumen, un desastre de persona. Un auténtico desastre de persona.

Bueno, es Jacob.

Y Jacob llega a un momento de su vida en el que tiene que enfrentarse a los fallos de su pasado: su hermano, su enemigo, Esaú.
Realmente es inimaginable el estrés y la ansiedad (Gén 31:7-8). Su hermano, su enemigo, tenía 400 hombres, que en su mente, acabarían con todos ellos. Así que su oración es realmente honesta, una que revela la situación tal como es, no como le gustaría que fuera.

“No soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad que has mostrado a mí, tu siervo. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, no poseía más que mi bastón, ¡pero ahora todos los de mi casa ocupan dos grandes campamentos!”
Gén 32:10 (NTV)

Y no solo reconoce su situación tal como es, sino que abre la puerta a una relación con Dios:

“Oh Señor, te ruego que me rescates de la mano de mi hermano Esaú. Tengo miedo de que venga para atacarme a mí y también a mis esposas y a mis hijos. Pero tú me prometiste: ‘Ciertamente te trataré con bondad y multiplicaré tus descendientes hasta que lleguen a ser tan numerosos como la arena a la orilla del mar, imposibles de contar’”.
Gén 32:11-12

Tras la oración, Jacob continúa organizando, planificando y pensando estrategias para protegerse.
Pero la noche siguiente:

“Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer. Cuando el hombre vio que no ganaría el combate, tocó la cadera de Jacob y la dislocó. Luego el hombre le dijo:
—¡Déjame ir, pues ya amanece!
—No te dejaré ir a menos que me bendigas —le dijo Jacob.
—¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre.
—Jacob —contestó él.
—Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—. De ahora en adelante, serás llamado Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
—Por favor, dime cuál es tu nombre —le dijo Jacob.
—¿Por qué quieres saber mi nombre? —respondió el hombre. Entonces bendijo a Jacob allí.”
Gén 32:24-29 (NTV)

Es un encuentro extraño. Es difícil entender por qué Dios quiso hacer esto.
Pero si de algo podemos estar seguros, es de que Dios nos invita a una relación apasionada con Él.
 Y si necesitamos una manera de aliviar el estrés, los nervios o las emociones, a través de una lucha, una batalla, un argumento, un encuentro íntimo, emocionante y lleno de cercanía, Dios puede ser eso para nosotros, incluso cuando no lo merezcamos.

Dios nos respeta. Ha dejado que la humanidad elija entre su voluntad y la nuestra.
Pero podemos escogerlo ahora a Él.
Porque si lo escogemos, Él siempre responde a nuestras llamadas. Sean esas llamadas de necesitar una sesión de Wrestling. 🙂

Reflexión de Dorotea C. SisoEvA, coordinadora de eventos de Abba.

 

Dejar un comentario