Seguimos con la serie de artículos sobre «preevangelismo» que comparte Jaime Fernández Garrido:
Después de algunas semanas hablando del concepto y principios de preevangelismo, hoy comenzamos una serie de artículos sobre la aplicación del preevangelismo a nivel personal, familiar y de iglesia. Empezamos pues por la aplicación del preevangelismo a nivel personal.
La vida de un hijo de Dios es una vida de bendición. Mucho más allá de las frases que a veces utilizamos “¡Qué Dios te bendiga!”, “Bendiciones” y otras similares, la voluntad de Dios es que vivamos dentro de un “círculo de bendición”: Dios nos bendice a nosotros y a la naturaleza; nosotros bendecimos a los demás y al mundo que nos rodea; otros nos bendicen a nosotros y nosotros y la naturaleza bendecimos a Dios.
Ese proceso aparece genialmente resumido en el Salmo 115 (sobre todo en los versículos 12-18).
12 El Señor se ha acordado de nosotros; El nos bendecirá;
bendecirá a la casa de Israel; bendecirá a la casa de Aarón.
13 El bendecirá a los que temen al Señor, tanto a pequeños como a grandes.
14 El Señor os prospere, a vosotros y a vuestros hijos.
15 Benditos seáis del Señor,que hizo los cielos y la tierra.
16 Los cielos son los cielos del Señor; pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres.
17 Los muertos no alaban al Señor, ni ninguno de los que descienden al silencio.
18 Pero nosotros bendeciremos al Señor desde ahora y para siempre. ¡Aleluya!
En nuestra vida de testimonio y en el primer contacto con todas las personas que nos rodean (conocidos y desconocidos) el papel de la bendición es crucial en el acercamiento al evangelio. No tengo ninguna duda de que si viviésemos una vida de bendición con los que nos rodean, el evangelismo sería lo más sencillo, porque esa misma vida revelaría cien por cien el amor de Dios hacia el mundo.
Bendecir; todos sabemos a qué nos estamos refiriendo y al mismo tiempo, a casi todos nos suena a algo tan espiritual que es difícil de definir en el trato del día a día…
Para resolver esta situación, ahí van algunos detalles muy concretos:
- Bendecir tiene que ver con la cordialidad, la amabilidad en la vida, que no debe ser una característica «para los que quieren nota» sino para todos. El ejemplo del Señor en este sentido es inmejorable.
- Mostrar sincero interés por los demás. En la vida de quién nos rodea, sus necesidades, sus deseos, sus ideas… teniendo en cuenta que podemos estar tratando con un futuro miembro de la familia de Dios, y sabiendo que, si no fuera así, al menos estamos comportándonos como es digno de nuestro Padre (“… para que viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre». Mat. 5:16)
- Trato correcto y éticamente justo. Tener un comportamiento, no sólo dentro de los límites de lo cristianamente aceptable en términos de moral, sino de lo que debe ser un buen ejemplo – no aprovecharse de los demás, no querer lo que no es justo, etc.– No debemos olvidar que a veces incluso puede ser diferente lo que Dios acepta que lo que aprueba; que una cosa es “que todos hagan algo determinado” y otra muy diferente que a Dios le agrade lo que están haciendo. Y estamos hablando de comportamientos aceptados incluso en la Iglesia…cf. Col. 3:18 y ss.
- Ayuda incondicional: Debemos ser siempre los primeros en dar nuestra ayuda a quien lo necesite… Enfermedades, soledad, necesidades económicas o personales, momentos de dolor o desesperación y otras situaciones parecidas suelen ser las circunstancias ideales para demostrar a todos que Dios se preocupa por ellos, y que la manera que Dios tiene de expresarlo es nuestro propio interés. Mateo 9: 36
- Hablar bien del otro (bendecir). Las malas palabras hacen huir al necesitado, y constituyen uno de los peores ejemplos que un cristiano puede dar. ¡Aún peor, las malas palabras sobre otros creyentes o sobre la Iglesia! Muchas puertas se han cerrado al evangelio por las críticas que algunos creyentes han expresado sobre otros, delante de aquellos que no conocen a Dios. Sin embargo, una persona que constantemente encuentra la manera de animar y bendecir siempre es querida y admirada por todos, incluidos los no creyentes. Santiago 3:17-18
- No debemos olvidar tampoco la dimensión espiritual de la bendición: Orar y desear el bien de Dios para los demás. Atreverse a orar con los amigos, y a hacer «normal» la presencia de Dios en cualquier momento, sin ningún tipo de rubor o vergüenza .Colosenses 4:5-6
- Estar «disponible» para hacer el bien. El ejemplo del Señor Jesús es impresionante: Jamás rechazó hacer el bien a nadie… aún a los que dudaban, los que no creían en Él, e incluso ¡los que le rechazaban!. Y sin embargo vivía sin pedir nada para sí. 2 Tes. 3:13.
- Finalmente, no debemos olvidar la labor preevangelística que determinados «cristianos famosos» (en el sentido que son más conocidos) hacen. (Todos recordamos algunos ejemplos: Martin Luther King, Henry Dunant, el fundador de la Cruz Roja, El premio Nobel Desmond Tutu, o gente de las ciencias y las artes. Incluso deportistas tan populares como Baltazar, Sylvinho, Valerón, Turner, Glory Alozie…La lista puede ser casi interminable).
Como siempre hay quien busca algo más (¡Gloria a Dios!) quiero terminar reseñando sólo algunos de los textos bíblicos en los que encontramos que una vida de bendición tiene que ver con:
- Hablar bien (1 Pedro 3:9)
- Ser amable (Gal. 5:22-23)
- Animar (1 Tes. 5:11)- Alentar (1 Tes. 4:18)
- Tener misericordia (Efesios 4:32)
- Cuidar (Gálatas 6:2)
- Ayudar (Gálatas 5:13)
- Dar cariño (Juan 13:34)
- Abrazar (1 Tes. 5:26)
- Agradecer (Col. 2:7… «rebosando gratitud»)
- Interesarnos por los demás (1 Tes. 5:15)
- Apoyar (Efesios 5:21)
- Aceptar (Romanos 15:7)
- Poner el corazón (Colosenses 3:17) Emocionarnos y entusiasmarnos en lo que hacemos
- Respetarnos (Romanos 12:10 «Prefiriéndoos unos a otros»)
- Pensar bien (Filipenses 4:8)
Hasta aquí el octavo artículo sobre preevangelismo. Publicaremos el siguiente la próxima semana.
Y tú, ¿Qué piensas del preevangelismo? ¿Estás de acuerdo con lo que has leído? Nos gustaría saber tu opinión.