Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Mateo 5:14
Eso parece contradictorio y paradójico. Jesús está diciendo que son felices los infelices; felices los que lloran, y no los que rasgan el rostro en sonoras carcajadas. Es claro que Jesús no está exaltando el espíritu amargo, crítico, abatido, murmurador.
Usted es feliz cuando llora por sus pecados, cuando se aflige por su debilidad, cuando se golpea el pecho y lamenta sus propios errores en lugar de señalar los errores de otros. No son felices aquellos que hacen que otros lloren. No son felices aquellos que abren heridas en la vida de los otros. Felices son los que lloran por sí mismos, lamentan su propia maldad y se entristecen por sus propias fallas. Jesús dice que los que lloran son muy felices porque serán consolados. El consuelo de quien llora por los propios pecados viene de Dios.
Cuando confesamos nuestros pecados, Dios nos perdona, nos purifica, nos restaura y nos ofrece una nueva oportunidad de recomenzar.
¿Usted ha llorado por sus pecados? ¿Ha derramado sus lágrimas a los pies del Salvador? ¿Ha encontrado en el Señor Jesús la fuente del perdón y del consuelo? Haga eso ahora mismo y usted será feliz, muy feliz.
Devocional del libro “Gotas de Consuelo para el Alma” escrito por Hernandes Dias Lopes. Publicado con permiso de Clie.es