Nuestro árbol de Navidad es diferente este año: no le hemos puesto luces, ni adornos, ni estrellas, ni nada de nada; es sólo un árbol “desnudo”. Decidimos hacer algo muy diferente: durante varios días, ese árbol se fue llenando de papeles y notas de colores. En cada una de ellas, las niñas, Miriam o yo fuimos escribiendo todas las bendiciones que Dios nos ha dado durante el año que está terminando.
- La primera: la vida misma y el hecho de poder disfrutar con el Señor cada día.
- La segunda, la salud.
- La tercera, las personas que Dios ha puesto en nuestro camino y los amigos que han estado con nosotros y nos ayudaron.
- Nuestro trabajo, ¡eso es una bendición inmensa en el día de hoy!
- as situaciones difíciles que no comprendimos, pero que fueron bendiciones escondidas de parte de Dios.
- ¡Alguna que otra enfermedad que nos ha ayudado a comprender cómo Dios nos cuida siempre!
- La bendición que significa amar a cada persona de la familia, a los que nos rodean, a los amigos, a todas las personas de la iglesia, a los compañeros de trabajo. ¡Amar incluso a los enemigos…! Recordamos que el amor sigue siendo la mayor bendición para nuestro corazón y para el de los demás.
¡En fin, cientos de pequeños detalles en los que Dios sigue demostrando cada momento que nos cuida y nos ama!
Nuestro árbol de Navidad nunca estuvo tan repleto de “adornos” como este año. Pasamos mucho tiempo juntos leyendo cada una de esas notas, recordando, riendo, disfrutando… y sobre todo agradeciendo a Dios, porque sin Él la Navidad no existe.
La bendición colgada de otro árbol
“Colgado” de otro árbol, nuestro Padre celestial dejó el mejor regalo que la humanidad haya visto en toda su historia, la mejor bendición que jamás hubiéramos podido imaginar. Él nos regaló a su propio Hijo. De una forma absolutamente inimaginable para nosotros, en el árbol de la cruz fue clavado el ser más absolutamente admirable que existe en todo el universo, el Señor Jesús. Para el Padre, no fue una fiesta, sino el momento más terrible de toda su existencia. ¡Tuvo que desamparar a su propio Hijo por amor a nosotros!
Para Jesús, ese árbol de la cruz significó llevar sobre sí mismo el pecado y el sufrimiento de toda la humanidad, incluidas las barbaridades de las que yo soy culpable. Lo más incomprensible para mí es que Él se entregara voluntariamente. No se conformó con dárnoslo todo: la vida, las fuerzas, la salvación, la libertad, la amistad… y cientos de cosas más: ¡se entregó a sí mismo!
Celebrar sus bendiciones
Por ese amor inquebrantable del Dios Trino, puedo estar escribiendo estas palabras ahora. Por ese amor eterno e incomprensible al mismo tiempo, podemos celebrar y disfrutar cada día de nuestra vida. Recuerda que un padre que ha dedicado años de trabajo para poder regalar algo muy importante a sus hijos, no espera reacciones tristes o miradas indiferentes, ¡ni mucho menos acciones penitentes! Lo que quiere de ellos es que le amen y disfruten con lo que él ha hecho. ¡Dios quiere que seamos inmensamente felices con Él!
El resultado de conocer al Amor con mayúsculas es una celebración mayúscula, porque es una celebración eterna. Aún así, no puedo dejar de preguntarme: ¿cómo comprender que mi mejor Amigo tuvo que morir para que yo pueda abrazarle por toda la eternidad?
— Devocional de Jaime Fernández, de su libro «Un año de película» que puedes encontrar aquí.
Resumen de este devocional en vídeo: