Skip to main content

Vivir dando gracias

Por 22 noviembre, 2024noviembre 27th, 2024Reflexiones
mujer joven con ojos cerrados y brazos abiertos en un exterior desenfocado con arbustos para ilustrar blog sobre ser agradecido

Bajo la misma estrella (2014) es una famosa película que se basó en el libro que el escritor John Green editó con el mismo título. La frase que aparecía en el cartel resume la historia de amor entre los dos protagonistas:

La vida no tiene que ser perfecta para poder vivir un amor extraordinario.

El amor es lo que mueve el universo, y nuestra respuesta al amor de Dios que nos creó debe ser ese mismo amor y, ¡por supuesto!, la gratitud: algo que la humanidad no supo ni quiso hacer. La Biblia dice que el ser humano no honró a Dios ni le dio gracias (Romanos 1:18-23). Esa fue y sigue siendo la raíz de nuestro problema, el primer pecado: no querer reconocer a Dios públicamente ni adorarle, sino  razonar de una manera insustancial y orgullosa hasta sellar nuestro propio fracaso.

Cuando rechazamos a Dios, perdemos la belleza del Amor con mayúscula y por lo tanto, el sentido de la vida también, porque no sabemos ni podemos amar con un corazón limpio. Nos conformamos con cualquier cosa en lugar de disfrutar con el Creador:

Cambiaron la belleza de Dios por imágenes de su creación. (Romanos 1:23)

¡Esa es la definición que la palabra de Dios da en cuanto a lo que hemos conseguido!

Desde ese primer momento, la consecuencia fue que dejamos de confiar y amar, y abandonamos el agradecimiento. «Agradecer» viene de una palabra hebrea que significa «proclamar públicamente, decir a todos que alguien nos ha hecho bien». Así debería ser siempre nuestro agradecimiento, tanto a Dios como a los demás… pero nuestra rebeldía contra el Creador nos llevó a ser ingratos creyendo que tenemos derecho a todo. Nos indujo a creer que, en cierta manera, todos nos deben algo. Olvidamos que, cuando dejamos de agradecer, vamos perdiendo la vida poco a poco. Cuando exigimos y hacemos valer lo que es nuestro, no sólo nos perdemos a nosotros mismos, sino que la ingratitud se apodera de todas nuestras relaciones.

Al final sufrimos todos, porque los demás tampoco aprecian lo que hacemos nosotros. Y esa es una de las peores sensaciones que podemos tener: hacer bien y no recibir nada a cambio, ¡o recibir quejas simplemente! Esa ingratitud llega a ser cruel cuando es una moneda de cambio entre quienes se aman; como cuando dejamos de lado a nuestros padres cuando son mayores, por poner un ejemplo. Caemos también en la ingratitud cuando no sabemos lo que está pasando, cuando ignoramos consciente o inconscientemente, lo que los demás hacen por nosotros.

Ser agradecidos nos libera, nos quita la ansiedad, nos hace vivir más y mejor, porque aprendemos a verlo todo de una manera más alegre… Recuerda: el que no espera nada lo agradece todo, pero el que lo quiere todo, jamás agradece nada. Debemos dejar de quejarnos y aprender a agradecer. No en vano la Biblia nos enseña que para entrar en la presencia de Dios hay que amar y ser agradecido (Salmo 100:4). No necesitas ninguna otra condición. ¡La gratitud abre todas las puertas!

— Devocional de Jaime Fernández, escritor, músico y director del programa Nacer de Novo (TVG) . Esta reflexión es de su libro «Un año de película» que puedes encontrar aquí. Además, te invitamos a conocer su nuevo devocional para animarte en tu vida laboral, «Siguiendo al carpintero».

Dejar un comentario