Caminar es una de mis actividades favoritas, más si es después de un día laboral agobiante. Cuando lo hago a solas, me permite reducir la prisa y poner atención al ambiente que me rodea. También disfruto caminar cuando voy junto a mi esposa. Por unos minutos nos despejamos de todos los afanes diarios y simplemente conectamos. A través del caminar, he podido conocer sus inquietudes y deseos más profundos.
De manera similar, la vida cristiana se parece más a una caminata que a una carrera de velocidad. Vamos acompañados de hermanos en la fe, pero lo más importante de todo es que Cristo está con nosotros. Tal vez puedes decirme: «Yo no siento a Jesús en mi vida… Él parece distante», pero te quiero recordar que por fe andamos y no por vista (2 Co. 5:7). Quizá las decepciones y dificultades han sido muchas y te han nublado la visión de la grandeza de nuestra fe, pero nuestro Salvador está allí presente para recordarnos que Él es quien nos sostiene.
¿Dudas al caminar?
Esto me recuerda una historia que viene en el capítulo 24 del evangelio de Lucas.
Jesús ya estaba resucitado, pero había sido un fin de semana trágico para los discípulos. En la narrativa vemos que dos de ellos iban rumbo a un lugar llamado Emaús. Estaban tristes y confundidos porque sus expectativas de una liberación social no se habían cumplido. Reconocían que Jesús era un profeta poderoso en obra, pero su perspectiva acerca de Él seguía borrosa (Lc. 24:13-21).
Sin embargo, es en medio de esta revoltura emocional que Jesús mismo se acercó para caminar con ellos (Lc. 24:14).
Caminar con Jesús… hoy
¡Qué cuadro tan hermoso es este para las almas desanimadas! Y esto es lo que quiero recordarte hoy: el Cristo resucitado camina contigo. Tus cuestionamientos o confusiones para nada lo alejan; al contrario, lo acercan. Él desea comunión contigo, por eso vino a la tierra en forma humana. Además, nos dejó su Palabra para conocerlo. De hecho, Jesús les explicó a estos dos discípulos como las Escrituras, de principio a fin, hablan sobre Él.
Es por medio de la Palabra que contemplamos, conocemos y somos transformados por Jesús. Él convierte el desánimo en esperanza, la incredulidad en fe y la frialdad en un fuego ardiente (Lc. 24:32). Tan solo camina con el Señor, disfruta Su presencia y experimenta una vida en abundancia por siempre.
— Devocional escrito por Rafael Zúñiga. Está casado con Cesia y son padres de dos pequeñas, Alaia y Olivia. Actualmente viven en Tijuana, México. Es arquitecto de profesión y estudia teología en Talbot School of Theology. Escribe en el blog Céntrico y puedes leer su trabajo aquí: centrico.substack.com.
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