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Cisternas rotas: De la sed al agua viva

Cisternas rotas: Un vaso antiguo de piedra resquebrajado y medio vacío tallado con una cara que recuerda a un buda. Está en una superficie lisa negra llena de gotas de agua.


La sed es una experiencia poco común en nuestro próspero Occidente: tenemos agua a mano; no sabemos lo que es pasar un día sin beber agua, o unas horas sin beber agua. La sensación de sed es algo difícil, la necesidad de beber y no tener con qué saciarnos. La Biblia compara nuestra sed con nuestra necesidad de Dios.

Dos son los pecados
que ha cometido mi pueblo:
Me han abandonado a mí,
fuente de agua viva,
y han cavado sus propias cisternas,
cisternas rotas que no retienen agua.
— Jeremías 2:13

Una parte de ti es espiritual; quizás puedas descuidar esa parte espiritual, pero seguirás teniendo necesidades espirituales, anhelos insatisfechos. Cuando uno descuida su necesidad de Dios, se busca ídolos; es decir, cisternas rotas. Un sustituto de Dios nunca podrá ofrecerte lo mismo que Dios; siempre te dejará frustrado y vacío.

¿Cómo creamos cisternas rotas?

Una cisterna rota es un depósito de agua defectuoso; en lugar de contener el agua, la pierde. Si buscas agua en una cisterna rota, siempre la encontrarás vacía.

Así son nuestros sustitutos de Dios: un fraude, una promesa de satisfacción que nunca se cumple. Sea un trabajo que nos promete prosperidad, una relación que promete satisfacción, o unas vacaciones largamente esperadas, si buscas el descanso en estas cosas, volverás con tus manos vacías, y el alma sedienta. El problema es que un ídolo te esclaviza, te obliga a ir una y otra vez a él, a vivir en un permanente estado de insatisfacción.

Dios es justo lo contrario a un ídolo. Si un ídolo es insatisfacción, Dios es pura satisfacción: fuente de aguas vivas. No es agua estancada y escasa, sino agua refrescante, pura saciedad. Hay algo en nuestra naturaleza afectada por el pecado que nos hace desconfiar de Dios y poner muchas esperanzas en los ídolos, que nos hace esperar mucho de este mundo, y no esperar nada de Dios. Solo el Espíritu Santo y experiencias dolorosas de fracaso pueden llevarnos a un encuentro real con el Dios vivo que da agua viva.

De la sed al agua viva

Nuestra apremiante necesidad es la búsqueda de Dios. Dios no es una opción. Dios tampoco es una especie de ejercicio religioso de obligado cumplimiento, un rito aburrido con el que cumplir para no ser castigados por el mal genio de un dios falso. Dios es nuestro privilegio, el secreto de la vida que se nos ofrece a gritos, pero que nosotros ignoramos.

Necesitamos encontrarnos con Dios nada más despertarnos; necesitamos buscar a Dios en oración y meditación de su Palabra durante el día; y antes de ir a dormir necesitamos beber otro largo trago de agua buscando la soledad y el silencio para orar a Dios y reflexionar en Su Palabra. La madre de Agustín de Hipona iba dos veces a la iglesia cada día, Daniel oraba tres veces al día según su costumbre, y nuestro bendito Señor oraba noches enteras.

Tenemos una gran necesidad de Dios y un Dios que se nos ha ofrecido para saciar nuestra necesidad.

Él se ha hecho hombre y se ha ofrecido por nuestros pecados para así poder impartirse a nuestra alma como agua viva.

— Devocional de Julio Martínez Moreno-Dávila. Vive en Madrid con su esposa María del Mar y son miembros de la iglesia en Suanzes. Trabaja en el sector de la tecnología y publica habitualmente en distintos medios, como en Vidas en red y Estudios bíblicos.

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