Valjean fue condenado por robar una hogaza de pan para alimentar a los suyos. Al conseguir ser libre, le acoge un sacerdote al que también acaba robando unos candelabros de plata. Cuando la policía le captura y le pone ante el sacerdote, este se compadece de él y dice “estos candelabros se los di yo, y además se olvidó de llevarse también estos otros”. Este acto de amor y compasión atraviesa a Valjean, que —en agradecimiento— transformará toda su vida y pondrá en marcha los acontecimientos de la historia. Este relato solo es el comienzo de una de las novelas más importantes del siglo XIX: Los miserables.
¿Has pensado alguna vez en lo revolucionario de la gratitud?
Cada día le recuerdo a mi hijo de tres años que “por favor” y “gracias” tienen poder para quien lo recibe y pronuncia. El agradecimiento puede transformar nuestro mundo (como lo hizo con Valjean). La Biblia no se olvida de esto. El agradecimiento es el motor que nos mueve a reconocer quién es Dios. Mirar la cruz nos hace caer agradecidos y sentirnos amados.
Dice el Salmo 28:7:
“El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón en Él confía; de Él recibo mi ayuda. Mi corazón salta de alegría y con cánticos le daré gracias”.
Seguro que has pasado tormentas en las que sentías que sus olas te robaban el aliento y el agradecimiento no encontraba ningún lugar. Tal vez estés en medio de una ahora mismo. Como familia hemos pasado una tormenta hace pocas semanas. Nuestra hija pasaba por varios especialistas por detectar que algo no estaba bien en su desarrollo cognitivo. Empezamos sesiones con profesionales para poder ayudarla en sus dificultades, sin conocer cómo de grandes iban a ser. En medio de esa incertidumbre, leí el Salmo 103:
“Alaba, alma mía, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios.”
La gratitud no depende del marco circunstancial, sino de un corazón que ve acción de gracias por todos los rincones. Esto no hace desaparecer la tormenta, solo nos aferra a esos rayos de sol que se cuelan entre las nubes. Si afinas la mirada, verás que Dios sigue haciendo cosas por las que darle gracias, pero a veces estamos enfocados en tantas otras que no dejamos espacio para ver sus beneficios.
Y tú, ¿tienes algo por lo que dar gracias a Dios hoy? Afina un poco la vista y verás.
— Devocional de Eva Raboso. Casada y mamá de dos pequeños. Trabaja en el ministerio de Pinos Reales (Evangelismo en Acción, España), y una de sus pasiones es servir a otros como parte de su servicio a Dios.