Josué fue uno de los espías de Israel que avistó la tierra prometida y confió que Dios la entregaría en sus manos. Dentro de aquella vasta multitud que salió de Egipto, solo Josué y Caleb entraron en la tierra prometida. Josué fue el sucesor de Moisés y fue él quien tuvo el privilegio de introducir al pueblo en la tierra prometida.
Aquella tierra era habitada por pueblos paganos, que adoraban a muchos dioses. Esos dioses eran una amenaza para Israel. En este momento, Josué dijo al pueblo: “… escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres… o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (v. 15).
No es el entorno el que te hace a ti; tú puedes influir en tu entorno.
Josué tomó la decisión de servir a Dios con su familia en un reducto politeísta. Tu también puedes servir a Dios aunque en la escuela seas el único alumno cristiano; aunque en tu empresa seas la única persona que cree en Dios. No necesitas conformarte al entorno que existe a tu alrededor; ¡puedes transformarlo!
John Locke estaba equivocado cuando dijo que el hombre es producto de su medio ambiente. El pueblo de Dios es la sal de la tierra y la luz del mundo. ¡En lugar de ser influenciado, influencia!
Devocional del libro “Gotas de Consuelo para el Alma” escrito por Hernandes Dias Lopes.
Publicado con permiso de Clie.es.
No necesitas conformarte al entorno que existe a tu alrededor ¡puedes transformarlo!
Permitidme discrepar de tan peregrina postura. Realmente el argumento en el que se desarrolla parece bastante espiritual y valiente, pero no deja de ser una falacia que no tiene base escritural ninguna y que por desgracia se ha mantenido vigente desde tiempos inmemoriales. ¿Seguiremos moviéndonos en una dicotomía entre el dogma y la praxis, sin que lleguen a reconciliarse entre ellas?
Si nos remitimos al contexto, y no nos quedándonos tan sólo en esta parte de las Escrituras, veremos claramente que se le ordena a Josué que no deje títere con cabeza en la tierra de Canaán; me pregunto: ¿por qué será? ¿No será acaso porque no se puede dar lo que el autor del artículo propone? ¿Transformar qué? ¡No hemos sido llamados a transformar nada!, de eso se ocupa el Espíritu Santo, lo que si nos corresponde es alumbrar y sazonar. ¿Pero cómo puede llegar a darse si no nos diferenciamos en absoluto del resto del personal? ¿Podemos ser luz cuando seguimos la corriente de este mundo en todos sus aspectos? ¿A quién queremos engañar? Éxodo 23:23; Deuteronomio 7:1-2; Josué 6:21,24 y así sucesivamente…
Me podréis decir, sí es cierto, pero… en la Nueva Alianza las cosas cambian, aquí se nos anima a no dejar el mundo, ¡claro está!, ¡para poder ganarlos para el evangelio! Bueno, yo a la verdad no lo veo tan claro 2 Corintios 6:14-17; Efesios 5:3-7; 1Corintios 15:33 y por último Apocalipsis 18:4 ss.
Esto es en cuanto a las Escrituras, pero la historia secular testifica de cuán nefasto ha sido la unión mantenida entre la iglesia, podríamos llamarla institucional, con el mundo y con la filosofía imperante.
Probablemente John Locke no estaba tan equivocado cuando dijo que somos el producto del entorno en el que nos movemos, ya que probablemente no habría habido la necesidad de consumir las ciudades de Canaán a espada y fuego.
El que tenga ojos, vea y el que tenga oídos oiga.
Un saludo
Jeremías 15:19b