Estos días nos sobrecogían imágenes del incendio en la ciudad española de Valencia el 22 de febrero. Se ha cobrado la vida de diez personas.
Estas noticias me han hecho pensar en la fragilidad de la vida. En lo realmente importante.
Muchos de los integrantes de las viviendas que lograron salir con vida han perdido muchos bienes materiales, tendrán que rehacer su vida, habrán perdido muchos recuerdos (fotos, cartas, muebles, ropa, dibujos, escrituras…). Pero en medio de la muerte, el tener la familia completa es algo por lo que estar agradecido.
Consterna ver a otros sufrir. Emociona ver actos heroicos al salvar las vidas de otros mientras arriesgan las suyas propias. Muchos no olvidarán a aquellos que les sacaron entre las llamas y les rescataron de una muerte segura.
Esto me ha llevado a pensar en Jesús. Él vio el destino final de nuestra vida si seguíamos en esta situación; apartados de Él, haciéndonos daño unos a otros, odiando… nuestro destino era la muerte (Romanos 6.23).
Entre las llamas, Él decidió entregarse para darnos vida eterna. Él no solo nos recató de la muerte, sino que la venció para que el que muere siendo salvo por Él, tenga vida eterna.
Frente a la muerte de su propio amigo Lázaro, por el cual lloró, Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?» (Juan 11:25-26).
Puede que te encuentres frente al incendio de tu vida, sientas que el humo llena tus pulmones y te impide respirar. Quizá ves cómo llega el fuego y notas el calor que amenaza con quemarte.
Hoy te invito a que te pares, escuches la voz que grita tu nombre para cargarte y llevarte fuera de entre las llamas, te abraces a Jesús, reconozcas que por ti solo no puedes y dejes que Él te salve para siempre y que ni siquiera la muerte te pueda separar de su amor.
— Devocional escrito por Elisabet Montes Casquero. Seguidora de Jesús. La quinta de una familia preciosa y numerosa. Enfermera de corazón. Le encanta cuidar de las personas y también compartir con ellas a través de la escritura. Puedes leer más artículos suyos en su blog.
Si, querida Eli, me ha gustado el comentario.
Cuando sabemos que Jesus fue el que dio su vida por nosotros humillándose hasta la cruz, para que tengamos vida eterna, debiéramos pensar que nuestro día a día ,qué nuestra vida no dependa de tener mucho o cada día más, si no compartir eso que sabemos que hará bien a los demás.
Un abrazo muy grande, que Dios siga usándote por este y otro medios.
Te quiero mucho 😘😘