«Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.»Mateo 5:44
¡Qué cosas tiene este Jesús! Al llegar a este punto, el Maestro lleva un buen rato lanzando consignas un tanto extrañas: “Bienaventurados los pobres, felices los que lloran… No hay que matar, pero eres igual de culpable cuando deseas el mal a otro… Si algo te pierde, sácalo de ti, córtate la mano si es necesario…”.
Y ahora llega al tema de los enemigos. Lo de poner la otra mejilla. Lo de pasar por tonto si es necesario. ¡Lo de amar a los enemigos! A ver, que nosotros más bien decimos que, al enemigo, ni agua. “Pero yo os digo…”, declaraba Jesús con autoridad.
El Maestro conocía las dificultades y las miserias del ser humano hasta el detalle, es evidente, y los problemas y las tristezas que causan en la vida. Y proponía una manera de abordarlos, la suya, la manera de Dios que, como vemos, no sólo es un tanto particular, sino difícil de llevar a cabo.
Jesús enseñó estos conceptos tan radicales a la vez que se presentaba como ejemplo supremo de lo que demandaba. Recordémosle clavado ya en la cruz, siendo inocente, cómo intercedía por sus verdugos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Jesús no proponía una manera de tratar a los enemigos: proponía la única manera; para ser así liberados del dolor, la amargura y el rencor que genera la animadversión del que nos hiere, su mala voluntad hacia nuestra persona; para poder comenzar un camino de reconciliación y paz.
¿De verdad se puede amar a un enemigo, a alguien que nos ha lastimado a nosotros o a los que más queremos? Es curioso que el Señor considera el amar una decisión de la voluntad, no un sentimiento, por eso nos manda hacerlo. ¿Pero se puede llevar a cabo? ¿Podemos perdonar alegremente al que nos ha traicionado, a quien nos ha despreciado, a quien ha destruido lo que más amamos?
Sí, se puede. Porque el mismo Señor nos ayuda a perdonar. Y a olvidar, aunque la memoria insista en lo contrario. Porque la propuesta de Jesús es: “Trata a tu enemigo como si nunca te hubiera herido, actúa como si no te acordaras de su ofensa. Y ámalo. Que tus palabras y tus obras respecto a él sean palabras y obras de amor. Aunque no lo sientas. Ruega por ti y ruega por él. Yo te he dado ejemplo, estaré contigo y te ayudaré”.
Cuando sintamos que nos es imposible dar este regalo de amor a quien nosotros quizá consideramos que no lo merece, recordemos que “de gracia recibisteis, dad de gracia”. Nosotros, los seguidores de Jesús, hemos recibido el regalo del amor y del perdón por parte de Dios también sin merecerlo.
Tema de oración:Pidamos a Dios que cuando nos llegue la hora de lidiar con nuestro enemigo nos ayude a tomar el camino del amor y del perdón.
Febe Jorda es pedagoga, autora de «La llave» y «Los papeles del abuelo» y escribe en Protestante Digital.
- Febe recomienda el libro: El despertar de la gracia, de Charles Swindoll
¿Te gustan los devocionales diarios que publicamos? ¡Ayúdanos compartiéndolos para que lleguen a más personas! 🙂