Las riquezas no son confiables; son un refugio falso. No podemos depositar nuestra confianza en la inestabilidad de las riquezas. Éstas no nos pueden dar seguridad verdadera ni felicidad permanente. Aquellos que confían en sus riquezas en vez de confiar en Dios notan que el dinero se evapora como nube pasajera.
El dinero no tiene raíces. Es liso como el jabón. Desaparece en el horizonte tal como un relámpago que aparece en el cielo como un rayo de luz y después desaparece en la oscuridad. El dinero no puede transponer con nosotros los umbrales de la muerte. No trajimos nada para este mundo y no nos vamos a llevar nada de él. El dinero hasta nos puede dar un funeral muy bello, pero no nos garantiza la vida eterna. Solamente los locos piensan que la seguridad de su alma está en el dinero. Confiar en la riqueza es una caída con seguridad.
Pero los justos, los que confían en el Señor, rejuvenecerán como las hojas de los árboles. Aunque las crisis lleguen, ellos no perderán su belleza ni dejarán de dar su fruto. Es mejor ser un justo pobre que un rico insensato. Es más seguro confiar en Dios que depositar la confianza en el dinero.
Devocional del libro “Gotas de Sabiduría para el Alma” escrito por Hernandes Dias Lopes. Publicado con permiso de Clie.es