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Martín Lutero: Vida y curiosidades del «volcán de Dios»

Por 8 octubre, 2024octubre 16th, 2024Biografías de Clásicos Cristianos
banner en tono marrones con retrato de Martín Lutero para blog sobre vida y curiosidades de este catalizador de la Reforma protestante, el volcán de Dios

La Reforma protestante en Alemania en el siglo XVI tuvo como catalizador al teólogo y fraile agustino Martín Lutero. Conocido como «el volcán de Dios», se convertiría en una de las figuras más influyentes en la historia del cristianismo.


Puntos claves de la biografía de Martín Lutero, 1483-1546


Su foto de perfil se había vuelto viral: se celebraba tanto a Martín Lutero en 1520 que sus pósteres empapelaban los pueblos europeos, agotándose nada más imprimirse. Mientras tanto, sus haters planteaban si era fruto de una aventura de su madre con el mismísimo demonio.

Hoy quinientos años después, el veredicto es casi unánime: pocos niegan que Lutero mejoró el curso de la historia occidental. Pero ¿cuál es la historia detrás del «último hombre medieval y el primero moderno»? ¿Quién fue este teólogo que dividió al mundo en el siglo XVI?

Infancia de Martín Lutero

En una Europa del norte marcada por la pobreza, revueltas, plagas, superstición y fervor religioso, Hans y Margarethe Luder depositaron sus esperanzas en su primogénito, Martín. Nacido en Eisleben, Alemania, en 1483, el mayor de ocho hermanos creció bajo el lema de su padre: «Un campesino libre no es esclavo de nadie». Acabaron en Mansfeld, donde Hans sería concejal y copropietario de minas de cobre y fundiciones.

Monumento a Martín Lutero en la plaza del mercado de Eisleben, la ciudad donde nació y murió, Alemania

Una escultura por Rudolf Siemering (1883) conmemora a Martín Lutero en su ciudad natal, Eisleben, Alemania. / AVTG, Adobe

La crianza de Martín Luder, que cambiaría su apellido al más académico «Lutero», fue piadosa y severa tanto en el hogar como en la escuela. En la adolescencia sus padres lo mandaron a estudiar fuera, deseando que fuera abogado. [1]

De la ley al legalismo

Lutero, apodado «el filósofo» por su habilidad en los debates en la Universidad de Erfurt, comprimió sus estudios en el plazo mínimo permitido, licenciándose en Humanidades en 1502 y decantándose por Derecho tras obtener su máster en 1505.

Pero en medio de una tormenta eléctrica, clamó asustado a Santa Ana, la patrona de los mineros, prometiendo que se haría monje si salía ileso. Tras enfrentarse a la decepción de su padre, ingresó en la orden de los ermitaños agustinos en Erfurt el 15 de septiembre de 1505. Tenía 21 años.

Lutero abrazó la vida monástica con una intensidad que le pasaría factura el resto de su vida. «Si algún fraile hubiera podido entrar en el cielo por cumplir sus normas, este sería yo», escribió. Rezaba de madrugada en su austera celda y se confesaba a diario, a veces hasta cuatro horas seguidas. Pero aun con su vida irreprochable, se sentía «un pecador ante Dios con una conciencia extremadamente perturbada». Su percepción de Dios era tal que casi se desmayó durante su propia misa de ordenación en 1507. Pero Johann von Staupitz, su superior, lo alentó a descansar en la gracia de Dios y a utilizar sus capacidades intelectuales.

El principio del desencanto

Tras terminar su grado teológico, se cumplió un sueño de Lutero en 1510: viajar a Roma, la cuna de la Iglesia católica. Pero fue una decepción: la Iglesia acumulaba «un poder político y económico nunca visto» entre carnavales, conspiraciones y orgías, como explica Salvador González en su introducción a este tomo de la Biblioteca.

Grabado de Strassberger de las vistas del Vaticano y la Iglesia de San Pedro en Roma en el siglo XVI

Un grabado de Strassberger de 1882 muestra la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano en el siglo XVI. / Erica Guilane-Nachez, Adobe

Cuando Lutero llegó al último peldaño de la Scala Sancta tras besar los veintiocho anteriores rezando, se preguntó: «¿y si todo esto no es verdad?». En seguida recordó Romanos 1:17, «El justo por la fe vivirá», pensamiento que lo mantendría en vilo durante los próximos años.

La lucha interior de un catedrático

Lutero se sintió exiliado cuando lo transfirieron a Wittenberg para seguir estudiando. Pero gracias a su mecenas Federico III de Sajonia, «el Sabio», obtuvo su doctorado en Teología en 1512 y una cátedra en la Universidad de Wittenberg.

Se cree que Lutero descubrió el corazón de la Reforma, la justificación por la fe, entre 1515 y 1518 mientras preparaba clases bíblicas. Había expresado que odiaba al Dios justo que castiga a los pecadores, pero meditando en Romanos y otros textos, entendió que:

la justicia de Dios es aquella por la cual los justos viven por un don de Dios, es decir por la fe. …me sentí como si hubiera nacido otra vez. Las puertas del Paraíso se habían abierto de par en par y yo había entrado. …toda la Escritura tomó otro aspecto para mí.

Las 95 Tesis y la Reforma protestante

En 1516 mientras Lutero ejercía de profesor y supervisaba diez monasterios, su arzobispo saldaba deudas vendiendo indulgencias, que prometían reducir el tiempo en el purgatorio. Johann Tetzel, un dominico incendiario, lideraba esta campaña con tambor, teatro y eslogan: «Tan pronto caiga la moneda a la cajuela, el alma del difunto al cielo vuela». Crispado por las falsas doctrinas que se predicaban a costa del pueblo, Lutero dijo que le haría un agujero en el tambor.

Cuadro de Johann Teztel vendiendo indulgencias subido a una plataforma con toda la gente del pueblo alrededor suplicando misericordia en tiempos de Lutero

Las dramáticas representaciones del fraile dominico Johann Tetzel levantaban fondos para la Iglesia. / J. D. L. Franz Wagner, Wikimedia Commons

El «agujero» consistió en 95 tesis que fijó a la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg el 31 de octubre de 1517. Contrario a lo que muchos piensan, Lutero seguramente no clavara sus tesis en un acto revolucionario, sino que, como dijo su amigo Felipe Melanchthon, se pegaron en lo que hoy sería el equivalente a un tablón de anuncios para que otros académicos vieran sus opiniones. [2] También las envió a superiores y amigos.

Aunque se celebra la Reforma el 31 de octubre, las tesis no eran en sí mismas teología protestante. Lutero, como católico, buscaba mejorar la Iglesia, y no atacó la doctrina de las indulgencias, sino su abuso. Pero un avance tecnológico relativamente reciente aceleraría la Reforma como nunca: la imprenta. Gracias a miles de folletos, las ideas de Lutero encontraron eco en una Europa dispuesta a escuchar.

Defensas tempranas de Lutero

En 1518 en Heidelberg, Lutero defendió su confianza en el evangelio ante los agustinos, y ganó apoyo. Sin embargo, el papa tildó sus ideas de herejías, citándolo a Roma.

Preocupado por la seguridad de Lutero, Federico el Sabio solicitó que el caso se tratara en suelo alemán, y al final se accedió por interés político. Tras el interrogatorio del cardenal Tomás Cayetano en Augsburgo, Lutero rehusó retractarse y huyó a Wittenberg.

Lutero volvió a la vida pública en 1519, destacando en un debate en Leipzig con el profesor Johann Eck cuestionando la autoridad del papa y de los concilios sobre la Biblia. En esta época sus obras se difundieron tanto por Europa que se considera la primera figura de los medios de comunicación masiva. Se codeaba con la nobleza y con destacados humanistas como Erasmo de Róterdam, con quien más adelante debatiría sobre la naturaleza de la salvación.

En 1520 una bula papal otorgó sesenta días a Lutero para retractarse. Pero a estas alturas estaba más convencido que nunca de su teología. En sus tratados más señalados —A la nobleza alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y La libertad cristiana— desafiaba los abusos de la Iglesia y promovía el sacerdocio universal de los creyentes y la reducción de los sacramentos, colocándose «en oposición a casi toda la teología y práctica de la cristiandad medieval tardía» (James M. Kittelson). Como punto final, el 10 de diciembre Lutero quemó la bula en una hoguera a la puerta de Wittenberg.

Dieta de Worms y huida

El nuevo año, 1521, trajo la excomunión de Lutero. Pero la opinión pública estaba dividida: ¿era justa su excomunión? ¿había sido malinterpretado? ¿quién tenía razón? En abril, Lutero fue convocado a la asamblea del imperio, la dieta de Worms. Con sus pilas de escritos delante, se le preguntó si estaba dispuesto a rechazar sus herejías.

La respuesta de Lutero ha perdurado a lo largo de las generaciones. Ante las contradicciones del papa y los concilios, pidió que se le convenciera mediante las Escrituras y «claros argumentos de la razón»:

…por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable.

Antes de que se pronunciaran, Lutero abandonó la ciudad y desapareció de camino a Wittenberg. Al mes siguiente el emperador Carlos V lo declaró hereje y prófugo.

Cuadro representando la dramática defensa de Martín Lutero ante la Dieta de Worms

Tras orar y consultar con amigos y mediadores, Lutero dio su sonada defensa en la Dieta de Worms ante Carlos V. / Grabado de Anton von Werner, Juulijs, Adobe

Aunque se rumoreaba su muerte a manos de bandidos, Lutero estaba a salvo, «secuestrado» por su benefactor, Federico. Durante sus diez meses en el castillo Wartburg de Eisenach, Lutero se hizo pasar por un barbudo caballero, Jorge, y se zambulló en una de las hazañas de su vida que cambiaría a Alemania para siempre: traducir el Nuevo Testamento al alemán de calle. [3]

En 1522 volvió a Wittenberg y se dedicó a reformar el culto, priorizando la predicación de la Biblia y el canto congregacional. Pero también empezaban los años sangrientos de la revolución campesina (1524-1526) respaldada por interpretaciones radicales de los escritos de Lutero.

Matrimonio y últimas décadas

En medio de la guerra en 1525, Lutero se casó con 41 años con la ex-monja Catalina de Bora, a la que había ayudado a huir de un convento escondida en un barril. Aun casándose sin flechazo alguno y escandalizando a todos, sus veinte años de matrimonio fueron claves en la Reforma, extraordinarios para aquella época. Tuvieron seis hijos, de los que fallecieron dos, y adoptaron a cuatro huérfanos. Catalina se encargaba del monasterio-hostal de cuarenta habitaciones y una finca con animales, lago de pesca y fábrica de cerveza. «Señor Katie», como la llamaba Lutero, también participaba en las famosas «charlas de sobremesa» con sus estudiantes.

Grabado de Catalina de Bora y Martin Lutero en su boda en una capilla protestante rodeados de tres testigos y un pastor protestante

Catalina de Bora y Martín Lutero se casaron en 1525 sin estar enamorados en medio de circunstancias difíciles, pero su amor floreció a lo largo de veinte años. / Archivist, Adobe

En la segunda mitad de su vida, Lutero debatió sobre la eucaristía con el reformador suizo Ulrico Zuinglio, supervisó la Confesión de Augsburgo y en 1534 publicó la Biblia ilustrada, clave en la alfabetización de la Alemania moderna. Aunque Lutero finalmente escribió unas sesenta mil páginas a lo largo de su vida —comentarios, sermones, catecismos y canciones como «Castillo fuerte es nuestro Dios», el himno de la Reforma— dijo que preferiría que sus «libros desaparecieran y solo se leyeran las Sagradas Escrituras».

Por desgracia, Lutero se volvió más controversial hacia el final. Sus invectivas contra cualquiera que no estuviera de acuerdo con él, protestantes incluidos, eran cada vez más virulentas. Además, aconsejó la bigamia de Felipe I de Hesse y escribió pasajes antisemitas.

Muerte y legado

En 1546, a los 62 años y bastante enfermo, viajó por negocios a su pueblo natal, Eisleben. Allí sufrió dolores de pecho y falleció de madrugada, acompañado de seres queridos y reafirmando su confianza en su único Salvador, Jesús. Fue sepultado cerca del púlpito en la iglesia de Wittenberg.

Al final el legado de Lutero fue mucho más viral que su retrato: como poco, la Biblia que alfabetizó Alemania; una nueva comprensión de la Iglesia; la música eclesial innovadora; el valor del individuo, del trabajo y del matrimonio; y su énfasis en la justificación por la fe, apuntando a toda Europa a la cruz de Cristo y su salvación.


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[1] Magdeburgo (1497), Eisenach (1498).
[2] Forrest Strickland comenta que la primera imagen de un martillo no aparece hasta un siglo después, y Herman Selderhuis explica que el encargado de colgar los anuncios era un conserje.
[3] La traducción de Lutero no fue la primera; Selderhuis dice que hubo al menos dieciocho anteriores.

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